"Mi medicina es la meditación, el 'mindfulness' es mi Prozac": los consejos de una experta en adicciones

“Siempre digo que el mindfulness es mi Prozac”, señala la británica en una entrevista con Univision Noticias, refieriéndose a ese estado mental que se consigue concentrándose en la consciencia de uno mismo en el presente, un estado de atención plena. “Si no hubiera sido por eso no creo que estuviese hoy aquí. Mucha gente que ha experimentado la mitad de que yo he vivido están muertos, o con medicación. Mi medicina es la meditación. Soy muy afortunada”, sostiene la autora del libro Desintoxica tu corazón. Meditaciones para sanar traumas emocionales, recientemente publicado en español.
¿Qué es eso que ella ha experimentado? Entre otras cosas, esta mujer de 56 años nacida en Cambridge, Reino Unido, pero con raíces en Sierra Leona sufrió abusos desde niña, e intentó suicidarse en varias ocasiones ante la falta de apoyo familiar e institucional. Su madre tuvo cuatro hijos y los abandonó a todos; a ella la dejó en un orfanato con seis semanas. Pasó entonces de mano en mano ("en los años sesenta nadie quería un bebé negro", dice). Años después Mason-John se hizo periodista, pero este trabajo impulsó una caída libre en el mundo de las drogas londinense del que solo salió cuando comenzó con estas prácticas. "Me enganché a la meditación", señala. "Era gratuita, legal y no perjudicaba la salud".
“He estado en rehabilitación muchas veces”, recuerda sobre una época de su vida en la que también sufría bulimia y anorexia. Pero cada vez que acudía a espacios como el programa de 12 pasos (orientado a tratar el alcoholismo y otros tipos de dependencias), “me encontraba con que casi todos eran hombres blancos”, sostiene la activista y poeta, que en la actualidad vive entre Canadá y Europa. “En cierta ocasión estaba en una conferencia sobre rehabilitación y había, únicamente, otra persona de descendencia africana”.
Aunque su introducción en Occidente llegó precisamente de la mano de hombres blancos como Jon Kabat-Zinn, Manson John insiste en que la meditación es para todos. "Es nuestro derecho fundamental", ya que consiste en algo tan básico como volver al cuerpo y a la respiración. "Llegamos al mundo con una inhalación y nos vamos con una exhalación. Es algo que tenemos en común con todas las especies”.
Ese todos, por supuesto, incluye a los católicos; en su opinión no hay ninguna razón para que no se sientan cómodos con el budismo. “Jesucristo meditaba y si piensas en los místicos, todos lo hacían”, dice. “En realidad, todo es mindfulness: cuando estás sentada, tumbada, cuando vas al baño, cuando caminas. El Buda no era budista. La palabra Buda significa 'despierto' y uno puede experimentar ese despertar siendo budista, cristiano, musulmán… ¡qué más da!”.
De hecho, recuerda, maestros como el Dalai Lama dicen que no hay que convertirse en nada: se trata de integrar estas enseñanzas en tu vida. “Mindfulness se refiere a ética. Habla de amor bondadoso y cómo cultivarlo, de estar atento al momento presente. ¿Por qué no querrías aprender a ser más ético, o más atento a lo que pasa en tu experiencia, seas lo que seas?”.
La prisión de la mente
Mason-John cree que el primer elemento de una vida feliz es dejar ir ese apego a tu identidad. “Soy una mujer, soy negra, soy gay... la sociedad proyecta una identidad en mi pero no tengo por qué hacer caso. Todo esto no son más que conceptos que nos mantienen en la prisión de nuestras mentes. Y, de hecho, muchos de estos conceptos como el de raza o el de identidad sexual cada vez están más desdibujados”.
¿Y los otros elementos? Mason-John se refiere a vivir una vida ética, cultivar amor bondadoso, aprender a querernos a nosotros mismos como esos componentes que dan paso a la felicidad.
En última instancia, señala, el camino a nuestra felicidad para por hacer frente al sufrimiento y al dolor. “Enseguida nos damos cuenta de que no sirve tener un auto de lujo, una gran casa, ni siquiera un trabajo excelente. Está más bien en el camino de la sencillez, la alegría o la quietud. Pero para tener quietud es necesario afrontar el sufrimiento”.
Lo que solemos hacer, en general, es justo lo contrario. Buscar todo tipo de distracciones (en la era de Internet no hace falta ir muy lejos para encontrarlas) con el fin de dar esquinazo a nuestro sufrimiento, pensando que lo dejaremos atrás. “Ocurre lo contrario. Si no lo afrontamos, terminaremos multiplicándolo”.
No ocurre de la noche al día, por supuesto. “Algunos practican mindfulness y tienen la expectativa de que todo va a ir genial de repente, como por arte de magia. La realidad es que te enfrentas con cosas que ha estado reprimidas durante mucho tiempo, y esto duele. Si no aceptamos el dolor, creamos el sufrimiento; y el dolor es tan poderoso que nos pasamos la vida evitándolo, y eso crea precisamente el sufrimiento. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”.