Trabajadores de la salud que enfrentan al coronavirus en primera línea han recibido máscaras falsificadas
A medida que empezó a arreciar la pandemia del nuevo coronavirus en Estados Unidos, muchos trabajadores de la salud que carecían de la protección crucial se contagiaron con la enfermedad y un médico de una sala de emergencias falleció a causa de la infección a finales en marzo, siendo la primera muerte reportada de un personal sanitario por covid-19 en el país, según el Colegio de Médicos de Emergencia de EEUU.
Ese mismo día llegó un envío de material de protección que prometía asegurar las vidas y el trabajo de los sanitarios expuestos al virus en primera línea; pero una nueva investigación de la agencia Associated Press ha revelado que aquellas mascarillas eran falsificadas, al igual que otras tantas que se utilizan actualmente en los hospitales estadounidenses, junto con guantes, batas y otros suministros que ponen en riesgo al personal.
Antes de la pandemia, las agencias federales de aplicación de la ley de comercio se enfocaban en eliminar imitaciones como artículos de lujo y softwares de computadora, principalmente procedentes de China. Cuando se desató la pandemia en Estados Unidos esta misión se trasladó a los suministros médicos y hasta la fecha, la que se ha denominado 'Operación Promesa Robada', encabezada por las Investigaciones de Seguridad Nacional de Inmigración y Aduanas, ha generado 11 arrestos y 519 incautaciones.
Sin embargo, los productos falsificados continúan llegando, no solo mascarillas sino también medicamentos mal etiquetados, pruebas y falsas curas contra el covid-19, según la agencia.
Para ilustrar estas falsificaciones, la agencia AP ha investigado cómo una de las tantas marcas de falsificaciones se ha infiltrado en las cadenas de suministro de Estados Unidos, en medio de la falta de coordinación y la escacez de material sanitario en el país.
Orejeras vs. bandas por detrás de la cabeza
Revisando el video de la llegada del pedido de mascarillas a Los Ángeles, AP identificó un signo revelador:
estas tenían bandas orejeras, mientras que las auténticas tienen bandas que se extienden a lo largo de la parte posterior de la cabeza, lo que las hace más ajustadas.
Las cajas azules y amarillas que se descargaban en un almacén del sur de California llevaban el nombre de la fábrica china Shanghai Dasheng. Las máscaras en el interior estaban estampadas como si fueran aprobadas por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud Ocupacional de los EEUU (NIOSH), lo que significa que habrían sido certificadas por el gobierno de los EEUU como seguras para los trabajadores de la salud. Supuestamente, eran máscaras N95, que filtran el 95% de todas las partículas en el aire, incluidas las que son demasiado pequeñas para ser bloqueadas por máscaras quirúrgicas, de ajuste más holgado.
Pero el día antes de su llegada, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC) emitieron una advertencia muy específica: todas las máscaras Shanghai Dasheng N95 con bandas orejeras eran falsificadas, o no cumplen los estándares.
Las mascarillas con bandas orejeras son menos costosas de fabricar porque las correas están unidas con pegamento a la cubierta de la cara, mientras que las cintas para la cabeza en las N95 genuinas deben coserse, engraparse o soldarse para establecer un sello más apretado sobre la nariz y la boca.
AP rastreó otros envíos de máscaras N95 de bandas orejeras de la empresa Shanghai Dasheng cuando ingresaron al vasto sistema médico de EEUU. Las etiquetas de envío y las facturas, las cartas certificadas y las entrevistas con más de una docena de compradores, distribuidores o intermediarios señalaron un punto de origen: la sede corporativa y la fábrica de Shanghai Dasheng Health Products Manufacture Company.
La compañía no respondió a las preguntas de AP sobre sus máscaras de protección y la agencia no ha podido verificar si es esta empresa la que hace las falsificaciones o, como advitieron los CDC en una nota pública, alguien podría estar usando los números de certificación de Shanghai Dasheng "sin su permiso".
Los CDC le dijeron por separado a AP que han estado en conversaciones con Shanghai Dasheng sobre cuestiones de autenticidad. Esta compañía es una de las mayores fabricantes de las auténticas mascarillas N95 del mundo y una de las pocas compañías chinas certificadas por NIOSH para fabricar material para el personal sanitario de EEUU. En tiempos normales han sido una referencia pero algunos aseguran que con las urgencias de la pandemia están empezando a simplificar los procesos y fabricar un material más barato.
Los destinatarios
Uno de los destinatarios de las mascarillas con orejeras de Shanghai Dasheng fue Direct Relief, una organización internacional de ayuda humanitaria en el sur de California.
Al igual que otros compradores a los que ó AP, Direct Relief pensó en un principio que se trataba de un error en el envío y lo dejaron apartado pero tras leer la advertencia de los CDC, Thomas Tight, gerente de Direct Relief puso una denuncia ante el gobierno federal, pensando que eran falsificadas.
"Da un poco de miedo que haya pasado por lo que entendimos que era una investigación aduanera agresiva para la exportación, y una importación aduanera agresiva por parte de los Estados Unidos y aún así logró entrar", dijo Tighe. "Ha sido una verdadera lección".
Desde entonces, Direct Relief se ha puesto a revisar todas sus mascarillas de forma más exhaustiva y ha encontrado otros lotes más fabricados en sus almacenes.
Los estándares
Incluso para aquellos que buscan falsificaciones, ha sido difícil mantenerse al día con las cambiantes pautas federales para las máscaras del personal sanitario.
Citando una grave escasez de máscaras N95, los funcionarios del gobierno relajaron los estándares en marzo. La istración de Alimentos y Medicamentos de EEUU anunció que otras máscaras médicas no aprobadas, con bandas orejeras, eran apropiadas para la atención de covid-19.
Pero las pruebas gubernamentales de los modelos recién llegados descubrieron que la mayoría eran deficientes, y el 7 de mayo la agencia prohibió las importaciones de máscaras de 65 fábricas chinas. Shanghai Dasheng, en cambio, se encuentra entre las 14 aprobadas que permanecen en la lista.
Durante más de cuatro semanas, millones de máscaras ahora consideradas inadecuadas para la protección médica ingresaron a los EEUU y actualmente están siendo utiizadas.
Millones invertidos en protección inadecuada
Durante el tiempo en que este tipo de mascarillas estuvieron aprobadas, gobiernos estatales y locales, hospitales, cuidadores privados y donantes han gastado cientos de millones de dólares en máscaras defectuosas. Antes de la pandemia, las máscaras N95 se vendían por unos 60 centavos cada una y hoy pueden costar hasta $6 cada una.
David Schildmeier, portavoz de la Asociación de Enfermería de Massachusetts. dijo a AP que el Hospital General Lawerence, que había solicitado donaciones de mascarillas por internet, entregó unas de Shangai Dasheng a más de 40 enfermeras de una unidad de covid-19, antes de que alguien se diera cuenta del problema.
En Virginia Occidental, el estado entregó las máscaras a miles de paramédicos y bomberos, guardias de prisiones y trabajadores de hospitales. Los funcionarios estatales sabían de las advertencias de los CDC sobre las orejeras de Shanghai Dasheng, pero rechazaron las preocupaciones diciendo que, con un ajuste adecuado, estarían a salvo.
Algunas de esas máscaras fueron compradas por organizaciones benéficas o de la comunidad bien intencionados que realizaron eventos por intenret para recaudar fondos y comprar material para las personas que trabajan ma´s expuestas al virus.
Tyler Alvare, asistente de un médico pediátrico en Alexandria, Virginia, había realizado sus propias pruebas de ajuste en las máscaras cuando llegaron. Pero después de hablar con la AP y revisar las advertencias federales, dijo que agarró todas las máscaras con orejeras de Shanghai Dasheng que le quedaban y notificó a todas las personas que las habían usado.
Según Alvare, el gobierno debería haber asumido la responsabilidad de proporcionar suficiente equipo de protección tan pronto como la escasez de máscaras se hiciera evidente en lugar de que cada proveedor médico tuviera que resolverlo por su cuenta.
"Está realmente fuera de nuestra área de especialización", dijo.
Pero incluso los expertos fueron tomados por sorpresa.
Franco Sagliocca, director de adquisiciones de Mount Sinai, trabajaba 18 horas al día, siete días a la semana, para mantener suficientes suministros de seguridad en las salas de emergencias y cuidados intensivos del sistema hospitalario en los peores días del covid-19 en Nueva York. Por esos días buscaba y trataba de localizar proveedores para hacer pedidos de mascarillas N95, y planeaba comprarle a Shangai Dasheng.
"Nuestro líder de abastecimiento dijo: 'Esperen un momento, chicos, esto es algo que no queremos'", dijo Sagliocca.