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Terremotos

“Ya le tengo miedo a la casa”: cientos de personas duermen en refugios tras fuertes sismos en Puerto Rico

Casi 750 personas buscaron cobijo en refugios del gobierno en la región suroeste de la isla, aunque muchos pernoctan a la intemperie por el temor a un nuevo temblor. Solo en el municipio de Guánica las viviendas de 700 familias están en riesgo de derrumbarse.
8 Ene 2020 – 06:49 AM EST
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Autos, catres y sillas de plástico se convirtieron el martes en camas temporales para cientos de familias que perdieron sus hogares en el suroeste de Puerto Rico en una serie de sismos, uno de ellos el más fuerte que han vivido en los últimos cien años.

El terremoto de magnitud 6.4, justo antes del amanecer, mató a una persona, hirió a nueve y dejó sin electricidad a toda la isla. Al amanecer de este miércoles, todavía una gran parte de los puertorriqueños continúan sin servicio eléctrico.

Además, casi 750 personas buscaron cobijo en refugios del gobierno en la región suroeste de la isla, mientras la gobernadora, Wanda Vázquez, declaraba el estado de emergencia y movilizó a la Guardia Nacional.

El presidente Donald Trump firmó ayer la declaratoria de emergencia que permitirá movilizar más fácilmente los recursos federales para atender la contingencia.

La única muerte reconocida hasta el momento es la de un hombre de 73 años que falleció al ser aplastado por un muro de su residencia en el suroeste de la isla.

El sismo provocó el desplome de la histórica parroquia Inmaculada Concepción, construida en 1841, en Guayanilla, municipio del sur de la isla.

También colapsó un centro en Guánica, la Agripina Seda, que vio cómo los dos primeros de sus pisos se derrumbaron.

El municipio de Ponce fue declarado en estado de emergencia debido a los daños provocados en siete viviendas, mientras en Yauco se derrumbaron parcialmente 15 casas. En Juana Día otras siete viviendas y el centro comercial Plaza Juana Díaz sufrieron algún tipo de daño.

El municipio más afectado fue la localidad costera de Guánica. Más de 200 personas se habían refugiado en un gimnasio tras un sismo el lunes, pero el siguiente terremoto importante causó daños en la estructura del edificio y les obligó a dormir a la intemperie.

El director ejecutivo de la Autoridad de la Energía Eléctrica de Puerto Rico, José Ortiz, señaló este martes que según sus previsiones este miércoles podría recuperar el servicio eléctrico cerca del 70% de los abonados de la compañía estatal.

"Peor que el huracán María"

Aunque las autoridades dijeron que era demasiado pronto para valorar los daños totales causados por la serie de sismos iniciada la noche del 28 de diciembre, señalaron que cientos de viviendas y negocios en el suroeste de la isla quedaron dañados o destruidos. Solo en Guánica, con una población de unas 15,000 personas, casi 150 viviendas se vieron afectadas por el sismo, así como tres escuelas, incluida una estructura de tres pisos en la que los dos primeros quedaron destruidos por completo.

En Guánica “estamos enfrentando una crisis peor que la del huracán María”, dijo el alcalde, Santos Seda, aludiendo a la tormenta que devastó la isla en 2017. “Estoy solicitando empatía al gobierno federal”.

Setecientas familias locales tienen sus casas en riesgo de derrumbe, señaló.

El terremoto del martes fue el más fuerte en Puerto Rico desde octubre de 1918, cuando un sismo de magnitud 7.3 cerca de la costa noroeste provocó un tsunami y mató a 116 personas.

En la zona del sismo del martes por la noche se han registrado más de 950 sismos y réplicas desde el 31 de diciembre, aunque la mayoría eran demasiado débiles como para percibirse, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés).

Aunque es prácticamente seguro que habrá muchas réplicas durante la semana que viene, el USGS señaló que la probabilidad de un terremoto de magnitud 6 o mayor ronda solo el 22%.

"No sabemos si esto va a continuar"

En Guánica, algunas personas sacaron los colchones delante de sus casas o levantaron pequeñas carpas.

Las autoridades trataban de determinar dónde alojarlos y repartieron mantas, comida y agua a las familias reunidas en el gimnasio por segunda noche consecutiva. Muchos llevaban sus pertenencias en bolsas de basura y se sentaban en inestables sillas de plástico. Algunos dormían. Otros abrazaban a sus perros y muchos simplemente miraban al vacío. Un anciano se pasó el día entero en su silla de ruedas, negándose a tumbarse en un catre.

Mientras tanto, un puñado de gente dormía en su auto, en sillas o en el suelo cuando se acabaron los catres.

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“Ya le tengo miedo a la casa”, dijo Lourdes Guilbe, de 49 años, mientras se secaba las lágrimas y decía sentirse abrumada por atender a casi una docena de familiares reunidos a su alrededor, incluido su abuelo de más de 90 años, que estaba sentado en una silla de ruedas con su pijama verde y calcetines.

Guilbe indicó que en su casa había grietas y la de su hija se había derrumbado, de modo que no estaba segura de en dónde vivirían en los días siguientes.

Los psicólogos hablaron con Guilbe y con docenas de personas afectadas por los sismos, yendo puerta a puerta el lunes en los barrios afectados y después visitando a la gente en los refugios el martes. Entre ellos estaba Dayleen Ortiz, que colocó un altavoz en el techo de su auto para reproducir alegre música de salsa y repartió ceras y papel a los niños, además de instar a los adultos a superar el miedo.

“Hay mucha incertidumbre”, dijo. “No sabemos si esto va a continuar”.

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