La residencia de Los Pinos impresiona al público mexicano: “La cocina es del tamaño de mi depa”
CIUDAD DE MÉXICO, México.- Una de las primeras decisiones que tomó el nuevo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, fue convertir la antigua casa de los presidentes, conocida como Los Pinos, en un museo. Con esta decisión, miles de personas pudieron conocer un espacio que había sido exclusivo de los gobernantes, sus familias y los más altos funcionarios. Antes había un letrero que decía “Prohibido el paso”; ahora, la gente es recibida con adornos de flores que dicen: “Bienvenidos”.
Este fin de semana, las filas para ingresar fueron largas, bajo un sol inclemente que no frenó los ánimos. Los niños corrían por los jardines. Los adultos tomaban fotos a las estatuas de los presidentes. Las selfies eran la regla. Mientras que algunos pintaban el dedo medio a las efigies de Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, Carlos Salinas o Felipe Calderón. La imagen presidencial perdió su halo de respeto.
La fila más larga era para ingresar a la casa Miguel Alemán, la más grande y lujosa del complejo. La gente debió esperar entre 60 y 90 minutos para entrar. Aquello parecía un parque de diversiones, pero de casas de lujo.
Cuando por fin llegaban, el escenario los sorprendía: el piso de márbol blanco y negro pulido, la enorme araña que pende sobre el recibidor y, al fondo, las escaleras que se abren bajo un enorme ventanal. En cada habitación, hay cuadros originales.
“La sala mide lo que una casa del Infonavit”, dijo un visitante, entre asombrado e indignado. El Infonavit es el organismo mexicano que da créditos a los trabajadores para adquirir departamentos de interés social, la mayoría de 50 o 60 metros cuadrados.
Salvo unos cuantos muebles, la casa Alemán está vacía. “Así como está, así la recibimos. Es lo que dejaron”, explicó una funcionaria encargada de la logística. El despacho que el presidente Peña Nieto ocupó hasta hace unas semanas, quedó expuesto y la gente tomaba fotos. La privacidad y la solemnidad eran cosa del pasado.
En el primer piso, está la recámara que ocuparon Peña Nieto y su esposa, Angélica Rivera, que este fin de semana estaba completamente vacía. En el mismo nivel está una cocina lujosa, de muros blancos y electrodomésticos plateados. “La cocina es del tamaño de mi depa”, dijo una joven.
Los sitios favoritos de los visitantes fueron el balcón que da a la explanada principal y el recibidor del primer piso, desde donde se pueden irar las arañas de cristal cortado. Ahí la gente debía esperar para tomarse fotos.
En el sótano de la casa Alemán, los visitantes pudieron ver el cuarto de lavado y, más adelante, la sala de cine exclusiva para el presidente y su familia con enormes butacas de piel negra. “En vez de ponerse a trabajar, seguro se ponían a ver películas”, se quejó una señora.
En el mismo sótano, los visitantes pudieron acceder a un salón de seguridad, conocido como” el búnker”. Este cuarto fue mandado a construir por el presidente Felipe Calderón (2006-2012) en caso de contingencias, pues durante su mandato se libró la llamada guerra contra las drogas. “Él muy seguro ahí y la gente afuera muriéndose”, reclamó un visitante.
La gente, en general, salía asombrada y molesta de la casa Miguel Alemán. “¡Qué opulencia!”, “¡Cuánto lujo!”, “¡No tienen madre!”, decían algunos.
Del castillo de Chapultepec a Los Pinos
Hasta las primeras décadas del siglo XX, los presidentes mexicanos vivían en el castillo que está en medio del Bosque de Chapultepec. Sin embargo, en 1934, el presidente Lázaro Cárdenas determinó que dejaría de vivir ahí para que fuera usado en beneficio de la población.
“Determiné no vivir en el Castillo de Chapultepec, que ha venido sirviendo de residencia al presidente de la República, para que el público pueda visitarlo con toda libertad. Un 95% de la población no conoce el interior del castillo, que es un gran atractivo por su ubicación y sus antecedentes históricos”, expresó en su momento el presidente Cárdenas. Hoy en día, el castillo es el Museo Nacional de Historia.
Cárdenas ordenó que se construyera una casa en un espacio adjunto al bosque, conocido como el Rancho La Hormiga. Sin embargo, sus sucesores fueron construyendo más y más casas. La más ostentosa fue la del presidente Miguel Alemán (1946-1952), de estilo francés y amplios espacios, que fue la misma que ocuparon hasta noviembre el presidente Enrique Peña Nieto y su familia.
Las comparaciones entre el gobierno de Peña Nieto y López Obrador no se han hecho esperar. En 2014, la primera dama Angélica Rivera y su hija, Sofía Castro, posaron para la revista Marie Claire en la casa Alemán, desatando críticas sobre su frivolidad. Pero este fin de semana. gente de a pie, algunos muy humildes, pudieron entrar a ese espacio reservado para la élite.
En los jardines que antes eran exclusivos para unos cuantos, el domingo había niños jugando, rodando sobre pendientes de pasto y gente tomando el sol. Los Pinos era un parque de diversiones.
En la Calzada de los Presidentes, la última estatua colocada fue la Peña Nieto. Y hay un espacio disponible más, que eventualmente ocupará la efigie de López Obrador, a menos que decida otra cosa.
En la explanada Francisco I. Madero se instaló una carpa para ofrecer conciertos. Por la tarde del domingo, hubo danzones y la gente bailó sobre el césped, mientras otros tomaban una siesta.
Mientras algunos guardias militares tenían el rostro duro, otros disfrutaban de platicar con la gente y había incluso niños que les pedían tomarse fotos con ellos. “Nunca pensé que iba a ocurrir esto”, dijo David, un soldado que cuidaba el área. Entre ellos había desconcierto de ver a tanta gente entrar a un lugar que, hasta un día antes, era exclusivo para el poder.
En el folleto que el nuevo gobierno repartió a los visitantes, dice: “Los Pinos terminó abarcando un espacio de 56,000 metros cuadrados, catorce veces más grande que el de la Casa Blanca, de Estados Unidos. De ese modo, lo que Lázaro Cárdenas concibió como la austera residencia de un mandatario republicano, terminó convirtiéndose en un lugar tan ostentoso como lo había sido el Castillo de Chapultepec. De ahí la decisión del nuevo presidente por reintegrarla a la sociedad mexicana como un amplio espacio cultural”.
Aún no hay fecha para que López Obrador se mude a Palacio Nacional, como ya lo anunciado. Mientras tanto, seguirá viviendo en su casa particular en la colonia Tlalpan, al sur de la ciudad.