null: nullpx
Organizaciones Políticas o Intergubernamentales

Christiana Figueres, la carta costarricense para la ONU, va por un nuevo “imposible”

La costarricense líder de las negociaciones globales contra el cambio climático vuelve a emprender un proyecto intrépido: ser la sustituta de Ban Ki-moon a partir del 2017.
8 Jul 2016 – 11:06 AM EDT
Comparte
Default image alt
Figueres lideró con éxito las negociaciones globales contra el cambio climático. Crédito: Thomas Samson /Getty Images

SAN JOSÉ (Costa Rica).- Cuando el renombrado astronauta costarricense Franklin Chang-Díaz presentó en micrófonos la candidatura de su compatriota Christiana Figueres para la secretaría general de Naciones Unidas, en la mañana del jueves en el Teatro Nacional de San José los invitados aplaudieron como si algo se hubiera logrado ya y él asentía con la cabeza como jurando que iba en serio, que no hablaba de algo imposible.

A pesar de los rumores durante meses en el mundillo internacional de los activistas contra el cambio climático, algo de inverosimilitud sí había en el acto de lanzamiento de la candidatura. A fin de cuentas, se trata de una mujer centroamericana peleando por llegar a la silla más alta de la diplomacia universal, una quijotada, un proyecto no apto para pesimistas o mucho menos.

Por eso la frase-bandera de Figueres, que horas antes antes dejaba el puesto de directora de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático: “Lo imposible no es un hecho, es una actitud”, repetía este jueves ante la prensa consciente del trabajo arduo que tiene por delante para competir con los otros 11 candidatos que, de momento, están confirmados para sustituir a Ban Ki-moon a partir de 2017.

La antropóloga, economista y diplomática Figueres, una mujer menuda de 59 años y miembro de la familia más política del último siglo en Costa Rica, se presentaba entonces como una abanderada del optimismo. Juega de nuevo la carta de entusiasmo que le permitió hace solo seis meses propiciar un histórico acuerdo global entre 195 países participantes en la cumbre ambiental COP21 en París, lo que la elevó a la categoría de heroína contra el cambio climático.


En su pico de fama mundial, humeante aún tras la llamarada que significó aquel Acuerdo que se veía imposible, Figueres se fija un nuevo desafío y el gobierno de su país no ha titubeado en darle la mejor plataforma posible. La nueva candidata entró caminando por el centro del aforo con pasos decididos y la energía que heredó de su papá José Figueres Ferrer, el político más relevante del último siglo en Costa Rica, jefe de la Revolución de 1948 y tres veces presidente del Gobierno, pero sobre todo recordado por la abolición del ejército y sembrar las columnas del estable sistema político tico.

Con su obsesión por la sostenibilidad ambiental y el lema pacifista elegido para su candidatura (“sembremos esperanza, cosechemos paz”), la postulación de Figueres parece salida de una costilla de la política exterior de su país, pero en la realidad ella es la construcción de sí misma, coinciden analistas y allegados.

Su condición de mujer (al igual que otras cinco postulantes) y su origen latinomericano (que comparte con la aspirante Susana Malcorra, canciller argentina) pueden resultar determinantes, pero la fortaleza mayor es el liderazgo proyectado con el logro del Acuerdo de París, seis años después de que nadie daba un cinco por un consenso mundial, tras la decepcionante cumbre en Copenhague. O casi nadie lo daba.

Lo recuerda ella al itir que entró en pánico cuando, al asumir la dirección de la Convención, tomó conciencia de que las dimensiones de su tarea se resumían fácilmente en la frase “salvar al mundo”. La amenaza del cambio climático parecía sobrepasar cualquier posibilidad de entendimiento entre los países y el único salvavidas era la palabra optimismo. Quizás por eso la frase del rótulo que durante estos seis años mantuvo sobre la pared de su oficina en Bonn: “lo imposible no es un hecho, es una actitud”. Ese su mantra.


Pero su optimismo no es solo la canción de fondo. Ella se sabe capaz de sumar voluntades disímiles y de empatizar con las diferentes visiones sobre un mismo problema. Por eso durante las negociaciones de la COP21 evitaba hablar de “carbono” ante los ricos países petroleros árabes y optaba por un término más aceptable para ellos, “emisiones”, como contó para un reportaje de agosto en la revista The New Yorker.

Se ponía velo para visitar Riad y si hubiera sido necesario el burka, pues burka se habría puesto, porque sabía que podía resultar bien.

“Ella es una fuerza de la naturaleza, una luchadora feroz y gentil que dice las cosas como son, pero nunca titubea en su optimismo implacable”, la describió el actor y director Robert Redford en abril en la revista Time, en su edición sobre las 100 personas más influyentes del mundo. Desde entonces brotaban los rumores sobre la posible candidatura para sustituir a Ban Ki-moon y empezaban las conversaciones informales y los cálculos diplomáticos y financieros para emprender la campaña. El costo no lo cubrirá por completo Costa Rica, pues ya hay activada una red de crowdfunding, contestó ella a la prensa.

“Ella representa una nueva actitud y un nuevo estilo de gobernanza global, más cerca de actores no estatales en la búsqueda de soluciones comunes, como lo hizo con las negociaciones sobre cambio climático”, opinó el analista y exembajador Eduardo Ulibarri, quien también ve debilidades en la candidatura. “No tiene experiencia en materia de paz y seguridad”, lo cual le podría significar desventajas frente a los cinco permanentes del Consejo de Seguridad, pues son los que definen los nombres sobre los cuales podrá la Asamblea General elegir al nuevo secretario general.

Pero salvo algunos comentarios en redes sociles, en Costa Rica nadie notable se opone a la candidatura, o al menos en público. Con sus posiciones 'progre' enamora a unos y con su apellido a otros. A Figueres se le ve como una carta 'país'.

Su apuesta gira en torno a su liderazgo femenino moderno y un mensaje medio outsider para la burocracia de Naciones Unidas, con el estandarte ambiental sí, pero también con una alta capacidad ejecutiva y sensibilidad, dicen quienes la conocen. Le agregan virtudes como su energía volcánica, su cabeza organizada como una computadora y el carisma para tratar con los más poderosos sin olvidar a los más débiles, como cuando hablaba con los presidentes de las potencias mundiales sobre su responsabilidad en hundir o salvar a las pequeñas islas del Pacífico amenazadas por la elevación del nivel del mar.


Comparte
RELACIONADOS:Planeta