Deportación mortal: La trágica historia de un ‘soñador’ deportado que en menos de 3 meses regresó muerto de México
Tenía planes de futuro y estaba a punto de convertirse en padre, pero su inesperada expulsión de EEUU truncó las esperanzas de José Manuel García Ochoa y desencadenó una tragedia. En menos de 3 meses, el joven de 21 años pasó de la deportación a la muerte.
Su madre Samantha Ochoa cuenta que hace 10 años se arriesgó a cruzar la frontera entre México y EEUU con su primogénito pues quería darle una vida mejor y alejarlo de la violencia. Sin embargo, la estabilidad familiar se le derrumbó el pasado noviembre.
Era casi la medianoche y José Manuel conducía desde su trabajo en Mesa, Arizona, hasta su casa de Phoenix. Al parecer, durante el viaje había excedido la velocidad y un auto de policía lo estaba siguiendo. Al llegar a la casa, notó que además había dos patrullas de policía y un helicóptero sobrevolando el área.
Como no tenía licencia lo arrestaron, explica la madre en un reportaje transmitido este domingo por el programa Aquí y Ahora de Univision. Según las autoridades, José Manuel García conducía demasiado rápido. Su falta, que pudiera haber quedado en una multa de tráfico, se convirtió en caso migratorio a pesar de que él era beneficiario de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA).
De inmediato, la madre contrató un grupo de abogados que le dio esperanzas y le cobró, según dice, más de 4 mil dólares. Pero el 21 de noviembre de 2017 el muchacho asistió a la audiencia sin representación.
“A las 9 de la mañana recibo la llamada de mi hijo que me dice: ‘Madre, me van a deportar, no se presentó el abogado, no se presentó nadie’”, relata entre lágrimas.
Ella afirma que en el manejo del caso hubo mucha negligencia. “Nunca lo asesoraron, ni siquiera lo fueron a ver”, dice a la corresponsal Carmen Escobosa.
Un día después de esa audiencia José Manuel fue trasladado a Nogales. La familia que había dejado de ver una década atrás lo recibió con los brazos abiertos en Santa Ana, Sonora, sin imaginar que pasaría con ellos los dos últimos meses de su vida.
Allí pidió matrimonio a su novia Carolina Estrada, quien solo días antes de la deportación le había revelado que estaba embarazada. La boda fue sencilla, pero alegre, y juntos hacían planes para la futura niña, cuando finalmente él lograra cruzar a Estados Unidos.
“Yo sabía que él estaba felíz por dentro, porque era el primer bebé que íbamos a tener”, recuerda la joven viuda.
La noche del pasado 9 de febrero José Manuel caminaba con su primo Sebastián hacia una tienda local cuando tres hombres, visiblemente alcoholizados, comenzaron a gritarles, a amenazarlos y finalmente los subieron a una camioneta pick-up roja a punta de pistola.
El instinto de sobreviviencia hizo que José Manuel se lanzara del vehículo en movimiento, pero el impacto contra el asfalto resultó mortal. Falleció dentro de la ambulancia que lo trasladaba al hospital de Hermosillo.
Sus restos fueron velados en Sonora sin que su madre pudiera cruzar para despedirlo. Irónicamente, el gobierno que lo deportó una vez permitió que regresaran el cadáver para que repose junto a sus seres queridos en Estados Unidos.
En medio de su dolor, la familia pide justicia. En Santa Ana, México, convocaron a una ‘marcha silenciosa’ para exigir que se identifiquen y castiguen a los culpables. En Estados Unidos, se han sumado a la causa que defiende a los dreamers.
Samantha Ochoa tiene un mensaje claro para el presidente Trump: “Que vea lo que está haciendo con las leyes tan duras que está poniendo”. Para ella, la deportación de su José Manuel fue un acto extremo, que marcó el inicio de su desgracia.