Hepática, protectora del hígado
La hepática es una planta conocida como hierba del hígado.
Esta hierba siempre verde originaria de zonas montañosas de Europa, norte de África y Asia, posee 20 centímetros de altura y tiene numerosas raíces fibrosas. Las hojas tienen tres lóbulos iguales, sostenidos por rabillos muy largos y velludos. Las flores nacen antes que las hojas, son de color azul, blanco o rosado, y tienen en su base tres pequeñas hojas que simulan el cáliz. Se recolecta durante todo el año.
Según el libro “Fitoterapia: vademécum de prescripción”, editado por Bernat Vanaclocha y Salvador Cañigueral, la hepática popularmente se utilizó como diurética, antiinflamatoria intestinal y cicatrizante. Desde la antigüedad se la ha atribuido un efecto protector y estimulante del funcionamiento hepático, siguiendo la teoría de las signaturas, por sus hojas trilobuladas.
Con las hojas secas de hepática, cuyo nombre científico es Hepatica nobilis, se prepara una infusión para el tratamiento de enfermedades de riñón, hígado y bazo. Las hojas secas machacadas y reducidas a polvo constituyen un buen remedio para las dolencias de la vejiga. La pulpa de la planta entera, utilizada por vía externa en cataplasma, se utiliza para tratar la hidropesía o acumulación de líquidos en los tejidos.
Para tratar la hidropesía, aplica durante 30 minutos una cataplasma con la cocción de la planta. Se pone en una franela la pulpa machacada y se aplica caliente en el vientre y las piernas, dos veces al día.
Para tratar las afecciones del hígado, prepara una infusión con 30 gramos de hojas secas de hepática y un litro de agua. Pon la hierba en la taza y vierte el agua hirviendo, deja reposar 10 minutos, cuela y reserva. Toma una tacita tres veces al día.
Pero ten cuidado pues la hepática en estado fresco contiene una sustancia que puede resultar irritante para la piel, efecto que desaparece cuando se utiliza la planta seca. Asimismo, está contraindicada en embarazos.