Ni tu jefe ni tus compañeros son los culpables de tu estrés, son estos malos hábitos laborales
«Lo que bien empieza, bien acaba», al menos así dice uno de los tantos consejos que nos han dado desde niños. Aplica para todo: la escuela, proyectos personales y, por supuesto, nuestro trabajo.
El cómo se inicia cada jornada laboral puede afectar la manera en que nos irá el resto del día y cómo terminará al llegar la noche. Es por eso que te decimos algunos de los errores más comunes que sabotean tu mañana.
Llegar tarde
La puntualidad es un valor que no se toma muy en serio últimamente, pero ser puntual es sinónimo de respeto por lo que haces y por la empresa para la que trabajas.
El pretexto «había un transito horrible» ya no aplica, pues siempre habrá el mismo tránsito caótico. Lo mejor es planear tu ruta y contar con unos minutos extra en caso de algún contratiempo.
No saludar
Sabemos que la timidez muchas veces limita a las personas, pero debes hacer un esfuerzo. Comenzar el día ignorando a tus compañeros es hacerlo con el pie izquierdo. Procura darte un tiempo para desearles un buen día a tus colegas, eso dará una buena impresión de ti.
No organizar tus deberes en una agenda
A muchas personas les parece excesivo, pero llevar una agenda sencilla para tus actividades del día puede ser la diferencia de una jornada provechosa o un completo desastre.
Con una planeación previa podrás prepararte para cualquier junta o reunión programada, además de que podrás darte un tiempo para descansar.
Tardar mucho revisando correos
Revisas tus correos electrónicos a diario es una buena idea… sólo si tienes un sistema para hacerlo. Si te distraes viendo promociones o las notificaciones de tus redes sociales, estarás desaprovechado valioso tiempo. Lo mejor es que priorices los correos que necesiten tu atención inmediata y dejes el resto para después.
Tener pensamientos negativos
Muchas veces, nuestra propia mente es la culpable de nuestro sabotaje. Pensamos que les caemos mal a nuestros compañeros, a nuestro jefe o que no entenderemos nada de lo que se nos asigne en el día.
Lo mejor es mantenerte siempre positivo, ser amable con los demás y poner mucha atención para no perderte de ningún detalle.
Dejas las tareas más difíciles al último
No sabes cómo se desarrollará tu día en la oficina, si se tornará más caótico o más tranquilo. Lo mejor es ocuparte de lo que creas te tomará más tiempo terminar y seguir con lo más sencillo, ya que si haces lo contrario y a medio día surge un contratiempo, estarás mucho más presionado.
Hacer varias cosas a la vez
Ser multitareas es un don que no todos tenemos y forzarnos a hacer varias cosas a la vez puede terminar en un completo desastre. Aunque puedas tardar un poco más, es mejor que le des su tiempo a cada una de las actividades que necesites hacer, para que lo pongas toda tu atención.
Juntas a primera hora
Si bien es mejor hacer las cosas más difíciles al inicio, programar una junta recién que llegas a la oficina puede que no sea buena idea.
En la mañana es cuando tu atención está a tope, por eso es mejor aprovechar ese momento para revisar números, mandar correos, escribir reportes u otras actividades que requieran total concentración. Las juntas con los jefes o con otras áreas pueden esperar a que estés más despejado.
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