Los cholets, los edificios extravagantes que simbolizan el 'milagro económico' boliviano
LA PAZ, Bolivia. - Así como la vida del presidente originales obras del arquitecto Freddy Mamani, que es el constructor de moda en ese país, permiten explicar el crecimiento de la burguesía aymara.
Y no es que Mamani sea uno de esos nuevos ricos de ese grupo indígena sino que los conoce por haber construido en los últimos años un centenar de los famosos edificios de colores inspirados en las culturas prehispánicas conocidos como cholets en la ciudad de El Alto, aledaña a La Paz.
Los cholets son un ejemplo del florecimiento económico vivido por los aymaras empresarios durante el gobierno de Morales en un período en el que el país se puso a la cabeza del crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) en Suramérica con una media de casi 5% anual.
Morales, que también es aymara, ha usado precisamente los logros de la economía como un estandarte para pedir a los bolivianos un cuarto mandato en los comicios que disputará el próximo domingo frente a ocho rivales, entre ellos el expresidente Carlos Mesa (2003-2005), el senador Oscar Ortiz y el pastor evangélico Chi Hyung Chung, entre los que tienen más apoyo.
“Hay que ser claros. Gracias a Evo Morales ha habido un crecimiento en lo económico, en lo social, en lo cultural”, asegura el arquitecto Mamani a Univision Noticias, convencido de que las políticas para lograr la estabilidad económica e incluir a los indígenas son la causa de esa prosperidad.
Pero si bien Bolivia ha sido vista como un 'milagro económico' sobre todo por el crecimiento durante varios años y la reducción de la pobreza extrema de 38.2 % a 15.2 %, en el último tiempo los economistas han advertido sobre un conjunto de amenazas que se ciernen sobre el país si no se hacen ajustes a la istración de las finanzas.
La prosperidad económica de Bolivia reflejada en una ciudad
Construir un cholet, palabra que resulta de la combinación de cholo (una palabra para referirse a los indígenas de la zona altiplánica del país) y chalet, demanda una inversión entre 200,000 y 500,000 dólares, según Mamani, aunque algunos estudiosos del fenómeno calculan que las obras muy personalizadas superan el millón de dólares.
Además, Mamani reivindica su identidad aymara y el espíritu laborioso y emprendedor de esa cultura en sus comerciantes, importadores, transportistas, industriales y artesanos, muchos de ellos trabajando en la informalidad y aprovechando el hecho de que El Alto sea una ciudad situada estratégicamente en el altiplano cerca de los puertos de Chile y Perú.
"Los hombres y mujeres alteños no tenemos horario. Para nosotros el primer día del trabajo es el domingo, entonces yo creo que, en función de eso, el fruto de ese trabajo son estos edificios”, sostuvo el arquitecto que vive en El Alto.
Esos edificios que tienen un chalet para la vivienda de los propietarios están pensados para generar dinero: la planta baja tiene galerías comerciales y tiendas; arriba llevan salones festivos y restaurantes y los otros pisos tienen departamentos para alquiler o para los hijos. “Encima, uno se siente como un rey y está conectado con la naturaleza, con el universo”, apunta Mamani sobre la sensación que tienen los propietarios de los cholets.
La percepción del arquitecto sobre el nuevo dinamismo alteño, por delante de La Paz y Santa Cruz, también es compartida por los inversores, según cuenta a Univision Noticias el joven empresario en tecnologías Mauricio Dulón.
“Hay datos que muestran que la ciudad boliviana que más ha crecido en los últimos dos años es El Alto, pero también juega la percepción de los empresarios que con una visita a El Alto ven una cantidad de negocios que se están generando y la miran como un punto de crecimiento e inversión”, dijo Dulón.
Una señal, agregó, es que todos los bancos tienen agencias importantes en El Alto, otra que han comenzado a crecer la industria hotelera y la del entretenimiento en la que hoy es la segunda ciudad más populosa de Bolivia al contar con 933,000 habitantes, por delante de La Paz y por detrás de la próspera Santa Cruz, en una población nacional de de 11.2 millones.
Antes, El Alto era objeto de una visión centrada en la pobreza de sus habitantes migrantes del campo y en sus rebeliones políticas contra el poder central afincado en La Paz, pero ahora se percibe en ella un dinamismo económico y cultural.
Las amenazas sobre la economía boliviana
Pero pese a que el crecimiento de esa ciudad refleja el denominado el "milagro boliviano", la economía del país sigue siendo pequeña comparada con la de sus vecinos al contar con un PIB nominal de 40,000 millones de dólares, aunque en el período anterior a Morales la cifra era de 9,000 millones de dólares.
El economista José Gabriel Espinoza explicó a Univision Noticias que el problema más preocupante para cualquier gobierno que sea electo el domingo es el déficit fiscal que ya lleva seis años y que en 2017 y 2018 fue el más alto de Suramérica con porcentajes de 7.8 % y 8.1 % del PIB, respectivamente.
“El promedio del déficit fiscal por año es más o menos de 3,000 millones de dólares, lo que para una economía de 40,000 millones de dólares es bastante grande”, apuntó.
Pero, además, el déficit fiscal está relacionado con el déficit comercial y con la reducción de las reservas internacionales del Banco Central de 15,000 millones de dólares a la mitad en cuatro años, lo que “pone en peligro la sostenibilidad del tipo de cambio”, agregó.
Desde fines del 2011, la cotización del dólar estadounidense se mantiene congelada en 6,97 bolivianos, lo que ha permitido un florecimiento del contrabando y de las importaciones legales.
Los críticos del gobierno también le reprochan el no haber aprovechado mejor los ingresos provenientes de la bonanza de los precios del gas natural, que concluyó en 2014, para hacer transformaciones de fondo en la estructura productiva del país, de tal forma que no sea tan dependiente de la exportación de las materias primas como lo es ahora hasta en un 80 %.
Bolivia hoy vende gas a menor precio a Brasil y Argentina y produce menores volúmenes por la declinación de sus campos y por no haber encontrado nuevas reservas comerciales.
En el horizonte, al país también le preocupa que Argentina y Brasil hayan puesto en marcha proyectos propios de explotación de gas y petróleo para no depender de sus importaciones.
Los problemas en las arcas han provocado, según Espinoza, una apertura del Gobierno a la inversión privada y la asociación con firmas extranjeras, mostrando un retroceso respecto de los discursos estatistas y agresivos contra los empresarios que solía pronunciar Morales.
Morales hablaba con fuerza del nacionalismo e incluso de socialismo, pero en la práctica no ha dejado de fomentar el libre mercado y la informalidad, un contraste que explicaría en parte el secreto del manejo económico positivo que ha tenido Bolivia durante varios años, pero que ahora requiere ajustes.
El domingo, los bolivianos decidirán en las urnas si confían una vez más en él para hacerlos o si prefieren la alternancia en el poder.