Cómo Camden, una de las ciudades más violentas de EEUU, está retornando a la paz

Cuando J. Scott Thomson, el jefe de la policía de Camden, Nueva Jersey, se unió a la fuerza policial de esta ciudad como agente hace 25 años, había 175 puntos de venta de drogas al aire libre en solo nueve millas cuadradas de calles. Las tasas de asesinatos en esta ciudad de 75,000 habitantes, ubicada justo frente a Filadelfia, regularmente escalaban a más de seis veces el promedio nacional. "Los delincuentes operaban con impunidad", dijo el líder policial de esta localidad con un 47% de población hispana.
Después de un año especialmente mortal en 1995, la Catedral de la Inmaculada Concepción de Camden comenzó a encender una vela por cada víctima de homicidio. En 2012, el año terminó con 67 velas. Esto quiere decir una tasa de alrededor de 87 asesinatos por cada 100,000 residentes, lo cual puso a Camden en quinto lugar a nivel nacional en las estadísticas de violencia.
Pero en el año nuevo de 2018, solo se encendieron 22 velas: la tasa de homicidios de la ciudad cayó a su nivel más bajo desde 1987. El número de homicidios anuales ha disminuido desde 2012. Y también han disminuido los robos, los asaltos agravados, los crímenes violentos, los delitos contra la propiedad y los incidentes de tiroteos sin víctimas mortales.
Entonces, ¿qué está pasando en esta ciudad, que durante muchos años se ha considerado entre las peligrosas de Estados Unidos? Thomson, quien tomó el mando de la fuerza policial de Camden en 2008, dice que el factor más importante puede haber sido el cambio en la estructura del departamento en sí. En 2013, se disolvió el Departamento de Policía de Camden, se redefinió y surgió nuevamente como el Departamento de Policía del Condado de Camden, con menos agentes, salarios más bajos, y un cambio estratégico hacia la "vigilancia comunitaria".
Eso implicó centrarse en la reconstrucción de la confianza entre la comunidad y sus agentes. "Para que el vecindario luzca y se sienta como todo el mundo quería, no se iba a lograr poniendo a un agente de policía con casco y una escopeta en cada esquina", dijo Thomson. Ahora, él quiere que sus oficiales "se identifiquen más con los Cuerpos de Paz que con las Fuerzas Especiales".
Una conversación con Thomson sobre la vigilancia comunitaria probablemente involucre muchas de estas frases pegadizas. "Las comunidades desestabilizadas", me dijo, "necesitan guardianes, no guerreros". Explicó la paradoja de ‘ Regreso al Futuro’: utilizar la tecnología sabiamente, pero combinándola con los "agentes de policía comunes en las calles". Y enfatizó la idea de que la seguridad pública se trata de a servicios sociales, rejuvenecimiento económico y buenas escuelas, no solo policías: "nada detiene una bala mejor que un empleo".
Es la vigilancia policial convertida en poesía, y sus agentes también la han internalizado en su entrenamiento. "El viejo mantra de la policía era llegar a casa a salvo", dijo el agente de policía de Camden, Tyrell Bagby al New York Times en abril. "Ahora nos enseñan que no solo nosotros debemos llegar a casa de forma segura, sino también la víctima y el sospechoso".
Según el alcalde de Camden, Frank Moran, este espíritu también se extiende fuera de las horas de patrullaje. "Estos muchachos no solo trabajan de 9 a 5 cuando usan sus uniformes", me dijo. "Están utilizando parte de su propio tiempo y aconsejando a la comunidad. Eso dice mucho".
Thomson caracteriza la reforma ocurrida en 2013 como "un nuevo inicio". Según lo describe, el giro hacia la simbiosis entre la policía y la comunidad fue como activar un interruptor. "Pudimos hacer en tres días lo que tomaba tres años antes", dijo.
Camden es ahora una especie de sala de exposición para las técnicas de vigilancia comunitaria. Los agentes están entrenados para usar pistolas y esposas solo como último recurso. Para aumentar la responsabilidad, los del departamento están equipados con dispositivos de rastreo GPS y muchos usan cámaras corporales que fueron diseñadas en 2016 con la participación de la comunidad. El impacto de las cámaras corporales en los agentes de policía es controversial y aún no hay conclusiones claras de su efecto, pero la esperanza es que aliente a los agentes a no usar la fuerza cuando no es necesario.
"Es más un enfoque de proteger y servir para tratar a los residentes, en lugar de derribar puertas y alejarnos del problema", dijo Moran.
Según Phil Goff, profesor de Equidad Policial en el John Jay College e investigador principal de la Iniciativa Nacional para el Desarrollo de Confianza y Justicia Comunitarias del Departamento de Justicia de Estados Unidos, otras ciudades pueden recurrir a lugares como Camden para obtener consejos sobre cómo construir sistemas de justicia penal que respondan a las comunidades. Él enumera varios principios básicos: para que las personas apoyen a los agentes de policía, éstos deben ser transparentes acerca de por qué las detienen en las calles y explicarles cómo funciona su trabajo. Deben tocar puertas y caminar por las calles. En Camden, ese enfoque parece mostrar ciertos resultados.
"Cuando eso es un valor dentro de tu organización, la comunidad lo sabe. Puedes sentir la diferencia", dijo Goff. "La comunidad puede colaborar con la aplicación de la ley. Los empoderas para que se cuiden a sí mismos".
En general, muchas ciudades de Estados Unidos han experimentado un descenso de los delitos violentos, según un informe del Centro Brennan para la Justicia publicado en diciembre. Algunas están experimentando tasas de delincuencia violenta históricamente bajas, y las técnicas de vigilancia comunitaria comparten el crédito. En la ciudad de Nueva York la iniciativa del alcalde Bill de Blasio de sustituir las políticas de detención y cacheo con acciones enfocadas a las pandillas ha sido vinculada a la disminución de las cifras de homicidio en Nueva York (este año, la ciudad registró la cifra más baja desde la Segunda Guerra Mundial). New Haven, Connecticut, alcanzó su cifra mínima en 50 años: solo siete homicidios este año, menos que los 13 en 2016. Allí se lo deben a una nueva iniciativa llamada ‘Project Longevity’, la cual enfatiza el intercambio de información entre los agentes y una vez más disminuye la importancia de la detención y el cacheo.
Otras ciudades todavía siguen luchando. Kansas City, Columbus, Phoenix y Birmingham experimentaron tasas históricamente altas de homicidios en 2017. En Baltimore, los homicidios alcanzaron un nuevo pico per cápita.
¿Qué representa todo esto? Aún no está claro. Evaluar las estadísticas anuales de delitos de las ciudades (o los crímenes individuales a nivel de ciudades) puede ser intrínsecamente engañoso, dice Inimai Chettiar, directora del Programa de Justicia del Centro Brennan para la Justicia. "Lo que ha estado sucediendo durante los últimos tres años han sido altibajos a corto plazo", dijo. "Por lo tanto, todavía es difícil saber si realmente está sucediendo algo o si son simplemente picos temporales".
Ames Grawert, abogado del Centro Brennan para la Justicia, expresa una preocupación similar. "Es fácil extrapolar de un solo año de datos a una tendencia, pero eso no siempre se cumple", dijo. "Tanto las ciudades grandes como pequeñas experimentan fluctuaciones normales en las tasas de criminalidad en los últimos años".
Eso podría ser lo que sucedió con la disminución de la cifra de homicidios de Camden, la cual, si bien es alentadora, apenas ha transformado las cifras generales de la ciudad. "Es un paso de avance, no es un éxito", dijo Thomson. "Todavía tenemos desafíos extremos que nos mantienen despiertos por la noche y nos sacan de la cama por la mañana".
De hecho, la tasa de crímenes violentos de Camden en 2017 siguió siendo lo suficientemente seria como para colocar la ciudad en el puesto número cuatro en la lista anual de Neighborhood Scouts de las ciudades más peligrosas de Estados Unidos. La cantidad de incidentes de tiroteos sin víctimas mortales ha disminuido un 45% desde 2012, pero volvió a aumentar en 2017 respecto de los niveles del año pasado. Al mismo tiempo, los asaltos agravados con armas de fuego se han vuelto más frecuentes en los últimos tres años.
Las propias cifras pueden ser potencialmente engañosas: por ejemplo, las tasas de homicidios no son necesariamente un indicador completo de la violencia urbana. El hecho de que menos personas mueran por heridas de bala no significa que menos personas reciban disparos: también podría significar que están recibiendo mejor asistencia médica más rápidamente. Una de las políticas de Camden bajo el mando de Thomson, apodada ‘Recoger y Llevar’, puede ser la que entre en juego aquí. Esta obliga a los agentes a llevar personalmente a las víctimas al hospital si los tiempos de espera de las ambulancias son demasiado largos. Eso salva vidas, sin abordar realmente la fuente de la violencia en sí misma (otro posible factor: las víctimas están llegando al hospital más rápidamente tras llamar a un Uber).
Los expertos en justicia penal también advierten contra apresurarse a llegar a conclusiones con respecto a la causalidad. "Creo que las personas buscan rápidamente una explicación singular, por lo que mucha gente ha culpado"—o agradecido—"las reformas policiales, pero no creo que sea tan simple", dijo Chettiar, del Centro Brennan.
Goff coincide con esto. El experimento nacional de vigilancia comunitaria aún es joven y el conjunto de datos disponibles es pequeño. "Simplemente no tenemos buenos datos sobre cómo los cambios en la vigilancia producen cambios en este tipo de resultados", dijo. "[Lo] que no hemos tenido hasta ahora es una prueba completa de todo eso en un solo lugar—Camden es sólo un esbozo de esto".
La experiencia de Camden desde 2012 podría ayudar a reforzar el argumento en favor de más reformas similares. Con la Iniciativa Nacional para el Desarrollo de Confianza y Justicia Comunitarias del Departamento de Justicia —un vestigio de la era de Obama— Goff ha estado trabajando para desarrollar una base de investigación de más estudios de casos, experimentando con estrategias de vigilancia comunitaria en seis ciudades, desde Birmingham hasta Stockton.
Pero el Departamento de Justicia mucho menos complaciente del presidente Trump ha anunciado su intención de comenzar a reducir la Iniciativa de Reforma Colaborativa, la cual utilizaba la supervisión federal para estimular la vigilancia comunitaria en las ciudades estadounidenses, y el departamento no tiene la intención de aumentar los fondos para la Oficina de Servicios Policiales Orientados a la Comunidad. Se han estancado los esfuerzos de varias ciudades cuyas fuerzas policiales estaban en el proceso de implementar reformas con el apoyo de estos programas.
Cinco años después de lanzar las reformas de Camden, Thomson acepta rápidamente que las mejoras en la seguridad pública de la ciudad no han sido un esfuerzo unilateral. Las inversiones en la economía local, el desarrollo de la fuerza laboral y la educación han sacado a los delincuentes de las calles. Una agresiva campaña de demolición eliminó las propiedades abandonadas y arruinadas que alguna vez albergaron a traficantes y drogadictos. El alcalde Moran dice que hasta ahora han invertido de 8 a 10 millones de dólares en el programa de demolición, y planea continuar eliminando depósitos clandestinos de drogas este año.
Queda mucho por hacer, pero Thomson está convencido de que la ciudad ha pasado el punto crítico. "Las estadísticas son una cosa, pero la gente de mi ciudad no mide la seguridad pública según lo que dice una hoja de papel", dijo. "La miden según lo que sienten cuando abren las puertas de sus casas. Y ahí es donde el cambio en la ciudad es absolutamente palpable".
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.