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Segunda oportunidad

Este hispano se enfrentó al covid-19 a dos meses de salir en libertad y aún busca dónde vivir y trabajar

Raymudo Pérez-Enríquez vive en Nueva York y le tocó emprender su 'Segunda oportunidad' cuando la ciudad se volvió epicentro de la pandemia. Eso le ha complicado las cosas y ahora busca ayuda para tener sus documentos de identidad y necesidades básicas. "Ando de shelter en shelter", cuenta.
31 Jul 2020 – 01:31 PM EDT
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Raymundo Pérez-Enríquez es mexicano y trata de rehacer su vida en Nueva York luego de salir en libertad. Crédito: Fotos: Tamoa Calzadilla

Raymundo Pérez-Enríquez tenía 50 días de haber salido de prisión cuando lo encontramos en una reunión de activistas que luchan por los derechos de los inmigrantes indocumentados que salen de los centros de reclusión del Control de Inmigración y Aduanas ( cárceles para quienes entran a Estados Unidos sin documentos.

Estaba a un mes de cumplir sus 38 años de edad y empezaba una nueva vida con varias flechas apuntándole en contra: su pasaporte mexicano había vencido; no tenía un documento de identidad que le sirviera en Estados Unidos, pese a haber ganado su apelación migratoria; lo acababan de despedir de un trabajo de herrería que había conseguido pocos días antes y dormía en una residencia que, por sus reglas, cada 21 días lo hacía mudarse temporalmente a un hotel subsidiado por otra organización sin fines de lucro, y retornar.

Llegó a Nueva York desde su México natal en el año 2000, pero su vida se vio interrumpida por un delito nueve años después. Luego de cumplir dos años y medio de pena en una cárcel estatal, lo deportaron. Pero volvió a entrar al país sin papeles en 2012 y un episodio de violencia doméstica lo devolvió a otra cárcel estatal ese mismo año. En febrero de 2014 salió de allí, pero el mismo día fue recluido en un establecimiento para pagar el castigo por su "re entry" (volver a entrar de forma ilegal) al país y dos años después ingresó a un centro de reclusión de ICE desde donde peleó su caso migratorio y ganó.

Esta es su historia, contada en su propia voz


(Haz click en el símbolo de audio para escucharlo):


En enero de 2020 salió para intentar rehacer su vida. Pero en febrero de 2020, mientras luchaba por encontrar un trabajo con el que pudiera pagar un lugar donde vivir, llegó el coronavirus a la ciudad de Nueva York y todo cambió. La residencia que lo acogía - Seafarers International House, donde tomamos algunas de estas fotografías - lo desalojó para albergar solo a contagiados graves de coronavirus.


En marzo de 2020, cuando la ciudad se había convertido en epicentro de la pandemia, sintió por primera vez los síntomas del covid-19: "en las noches me ahogaba y trataba de buscar oxígeno y toser para que me llegara aire, fiebre, mal, mal estuve mal". No buscó atención médica ni esa vez ni un mes después cuando su cuerpo volvió a sacudirse con las mismas fiebres y malestares. "Tuve miedo de morir como mi tío, que lo dejaron en el hospital y ya no pudo ver a nadie nunca más... he llorado mucho por todo eso", dice vía telefónica.


A pesar de salir triunfante de la apelación de su caso migratorio y salvarse de la deportación, Raymundo Pérez no logra obtener un documento de identidad, porque no tiene documentos vigentes de su país natal. Por lo tanto vive asustado de que alguna autoridad lo detenga y "tenga que vivir una pesadilla otra vez". Por las calles de Nueva York camina con un maletín en el que lleva todos sus documentos para probar que no puede ser deportado. "Por si acaso". Hace pocos días logró recuperar en una oficina pública la copia de su pasaporte mexicano vencido en el año 2000.

Además del maletín, lleva sus dos crucifijos: en cada cárcel estatal donde estuvo le dieron uno al entrar, solo que uno se lo rompieron en una pelea intracarcelaria.


Trabajó como herrero pocas semanas. Pero un día hubo un accidente laboral y se produjo un incendio y alguien llamó a los bomberos. Al escuchar las sirenas, el jefe le pidió que corriera. Desde ese día le dijo que no volviera más porque era un riesgo emplearlo sin papeles.

Raymundo Pérez dice que solo quiere conseguir un trabajo fijo para poder pagarse un hogar. Pero para eso necesita resolver lo de sus documentos "y todo se ha compliado por la pandemia, tanto en México como en Estados Unidos". Además de su pasaporte nuevo, a través del Consulado mexicano, debe obtener permisos de trabajo, licencia y resolver su estatus en la oficina de impuestos IRS.


Cifras del departamento de Justicia de Estados Unidos revelan que en un estudio de 2005 cerca de la mitad de los internos en cárceles del estado o prisiones federales manifiestan algún tipo de afección en su salud mental. Entre el 23 y 30% estaba relaacionado con depresión.

Debido a la escasez de recursos, muchos transcurren su periodo en prisión sin un
tratamiento adecuado. A menudo se reincorporan a la sociedad en peor estado mental que antes de su encarcelamiento, lo que podría evitarse con la atención adecuada, advierte un estudio de 2019 dirigido por Jennifer Johnson en la Universidad Estatal de Michigan, quien prueba una forma rentable de mejorar la salud mental en las cárceles.

En casos de confinamiento solitario, como forma de castigo, o de haber sufrido ataques físicos de algún tipo, como peleas con heridas cortantes (como Raymundo Pérez), las consecuencias psicológicas se manifiestan con trastornos de sueño o reacciones violentas cuando alguien se acerca amenazante, como parte del síndrome de PTSD (desorden de estrés postraumático).

“Sabes que yo sufro de PTSD, me diagnosticaron eso”, repite Raymundo Pérez.

Estos audios se grabaron en Nueva York a finales de febrero de 2020. A lo largo de estos seis meses de seguimiento al caso de Raymundo Pérez su situación ha empeorado: "ahora vivo de shelter en shelter (albergues)", que dependen del Department of Homeless Services.

Esos lugares de abrigo en Nueva York imponen limitaciones y no permiten que las personas salgan libremente para evitar el contagio con coronavirus "y yo no puedo dejar de salir, debo encontrar trabajo".

Sin embargo, al cierre de esta edición, Raymundo Pérez está imposibilitado físicamente por fisuras en el pie y debe andar con muletas, luego de "una pelea en el shelter", contó vía telefónica.

Este trabajo forma parte del proyecto 'Segunda oportunidad', gracias a la Chan Zuckerberg Initiative.
Coordinación: Tamoa Calzadilla y Olivia Liendo .
Asistencia en la investigación y producción: Ana María Carrano, Alexandra Barrera y Carolina Rosas.
Edición de audio: Fénix Media.
Fotografía y composiciones fotográficas:David Maris.
Redes sociales: María Carolina Hurtado, María Dayana Patiño y Liliana Castaño.

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