Por qué San Diego no tendrá problemas de agua hasta 2045 (pese a la megasequía de California)
El empeoramiento de la sequía ha forzado a las autoriades de California a imponer restricciones en el uso de agua a millones de personas. Pero hay un rincón del sur del estado que ha conseguido ir escapando: el condado de San Diego.
Para los responsables de la planificación del suministro de agua del oeste del país, el camino que decidió recorrer San Diego bien puede ser un modelo a seguir o una advertencia.
En las últimas tres décadas, San Diego ha diversificado sus fuentes de agua, mejorado la conservación e invertido en una costosa infraestructura que incluye la mayor planta desaladora del hemisferio occidental.
Como resultado, la agencia que se encarga del suministro a un condado que incluye la ciudad de San Deigo se muestra segura de estar en disposición de evitar las restricciones hasta 2045, incluso durante los periodos de sequía.
Pero esta seguridad tiene un precio.
El agua en el condado de San Diego está entre las más caras del país. Cuesta alrededor de un 26% más que la del distrito metropolitano que sirve a Los Angeles y alrededores.
Los precios son tan altos que dos distritos rurales con grandes plantaciones de aguacate quieren separarse del proveedor de agua del condado. Están seguros de poder conseguir agua más barata de otros suministradores. Si lo hicieran, el agua se pondría todavía más cara en San Diego.
“La situación en San Diego es muy sorprendente, muy llamativa”, afirma Michael Hanemann, economista medioambiental de la Universidad Estatal de Arizona a quien recientemente sele encargó un estudio sobr elos costos del agua en California.
“Creo que esto es un presagio de lo que sucederá en otras partes del California y en otros lugares de EE.UU.”, agrega.
Por qué es tan cara el agua en San Diego
Los habitantes de San Diego no siempre vivieron con la calma de ahora las sequías. En los 90, una dura sequía redujo el suministro de agua en la región en un 30%. Entonces, casi toda el agua la recibía del Distrito Metropolitano de Agua del Sur de California, el mayor proveedor de la región.
La mala experiencia durante la sequía y lo que los expertos describen como tensa y disfuncional relación con los funcionarios de Los Angeles llevó al condado de San Diego a emprender una agresiva búsqueda de la autosuficiencia.
“En ese punto, nuestra comunidad se unió y dijo ‘no vamos a vernos en esta situación de nuevo, tenemos que planear nuestra propia confiabilidad”, dijo Sandy Kerl, gerente general de la Autoridad del Agua del Condado de San Diego.
Así que en 2003, la autoridad llegó a un acuerdo para obtener agua del mayor del río Colorado, el Distrito Irrigación Imperial. San Diego se encargó de reparar las filtraciones de los canales de Imperial y firmó un histórico acuerdo de transferencia de agua. En la actualidad supone el 55% de su suministro.
La autoridad del agua también ayudó a los agricultores a usar menos agua. Levantó presas para aumentar la capacidad de almacenamiento en reservorios, y ofreció reembolsos a los dueños de viviendas que arrancaron el césped para instalar alternativas más eficientes en el uso del agua.
En 2012, el condado de San Diego llegó a un acuerdo para obtener el 10% de su suministro de la desalinizadora de Carlsbad en los próximos 30 años. La planta produce 50 millones de galones de agua potable al día, suficiente para 400,000 personas, y es de lejos al fuente de agua más cara de la región.
“En términos redondos, es el doble de cara que el agua de superficie importada”, señala Hanemann. “Por el otro lado, es muy fiable porque no se ve afectado por sequías y las caídas en el caudal de los ríos”.
Si bien esos esfuerzos se consolidaron, la demanda cayó consistentemente, incluso pese a que medio millón de personas se mudó a San Diego.
Los cortes de agua a nivel estatal durante la sequía, duchas, inodoros y grifos más eficientes, las subvenciones a la retirada de césped y el uso de agua reciclada consiguieron lo que se suponía que iban a lograr: una fuerte reducción del uso de agua por persona. Para 2020, los habitantes de San Diego usaron un 30% menos de agua que en 1990.
Los encargados de la gestión, sin embargo, no previeron la caída en la demanda y planificaron con base en sobreestimaciones de las que serían las necesidades. En la actualidad, el condado de San Diego ya no busca más agua, una situación que muchos en el Oeste pueden considerar envidiable. No tanto los precios.
Al vender menos agua, el condado de San Diego ha tenido que subir los precios un 4% de media al año en los últimos cinco años para cobrar sus gastos fijos (un 90% de su presupuesto), incluidas la presa de San Vicente y una planta desaladora. e
El precio del agua, señala Hanemann, lo determina en gran medida la infraestructura que la mueve y almacena. “Tienes un gran problema si de repente entregas menos galones de agua ya que tus costos no bajan”.
"El agua es un negocio terrible porque tenemos que promover que la gente use menos de nuestro producto y cobrarles más cuando lo hagan", apunta Tom Kennedy, gerente general del Distrito Municipal de Agua Rainbow, una de las dos agencias que intentan separarse de la autoridad de agua del condado de San Diego.
Por qué los agricultores quieren independizarse del agua de San Diego
Rainbow y Fallbrook, la otra ciudad que quiere buscar otro proveedor que no sea San Diego, aseguran que eso les daría a agua más barata, aunque no señalan cuánto sería el ahorro potencial.
Una agencia etatal está estudiando si puedne irse y se espera la decisión para fin de año. Si se aprueba la salida, el siguiente paso sería someterlo a votación entre los residentes. Y solo entonces podría consumarse la escisión.
En una reciente audiencia pública, residentes enojados se dirigieron a los gritos a los funcionarios protestando por lo mucho que está tomando el proceso y lo costosas que se han vuelto sus facturas.
Las poblaciones rurales marcan un llamativo contraste con la constelación de localidades de playa y los rascacielos junto al mar de San Diego. Al noreste de la ciudad, hay áridas y empinadas colinas salpicadas de cañones.
Los elevados precios del agua han perjudicado la agricultura en Fallbrook y Rainbow, donde llegó a estar la mayor producción de aguacates del país. Entre 2016 y 2020, Fallbrook perdió casi una quinta parte de sus plantaciones de aguacate, según muestran los registros del gobiernro.
Jason Kendall, un agricultor en Rainbow cuya familia quitó sus plantaciones de aguacate hace años, dijo que ese cultivo sin agua subterránea adicional es un negocio perdido.
"Simplemente no puede ser rentable comprar agua del distrito y cultivar aguacates", dijo Kendall, que tiene 350 acres (142 hectáreas) de flores cortadas, que se cultivan ampliamente en la región.