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Mujeres

“Somos escogidas como tomates”: la odisea de encontrar trabajo para las inmigrantes que llegan a Nueva York

Decenas de mujeres, generalmente indocumentadas e hispanas, acuden diariamente a una intersección de calles en Brooklyn para buscar trabajo. Pasan días y horas a la espera de que algún peatón o algún conductor les proponga ir a limpiar su casa o sus oficinas: "Vengo todos los días con la esperanza de que me dé unas horas".
Publicado 10 Dic 2023 – 11:47 AM EST | Actualizado 11 Dic 2023 – 09:07 AM EST
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BROOKLYN, Nueva York. - En una intersección de varias calles, rodeadas de autobuses escolares y de vehículos que se incorporan a una de las autopistas de Nueva York, decenas de mujeres latinas pasan el día esperando a que alguno de los viandantes o de los conductores que se acercan a esta parada las seleccione para limpiar su casa o sus oficinas.

La competencia es dura en este punto de encuentro de Brooklyn. Según cuentan, aunque a lo largo del día se pueden concentrar unas 60 mujeres, son pocas las que vuelven con dinero en efectivo a su alojamiento tras la larga espera. A diferencia de otros puntos de búsqueda de trabajo, en esta parada solo hay mujeres. No hay ningún hombre.

El proceso de selección es sencillo y totalmente arbitrario. “Somos escogidas como [si fuéramos] tomates”, apunta Victoria*, una nicaragüense que llegó hace cuatro meses a la ciudad. A su lado, Mercedes*, procedente de Ecuador, apunta que las más veteranas tienen menos opciones de encontrar trabajo.

Estas dos mujeres, que han ido forjando su amistad en este lugar, aseguran que las personas que se acercan a contratarlas prefieren “caras nuevas” a rostros conocidos. De esta forma, “pagan lo que quieren” a las recién llegadas y “hacen lo que quieren” con ellas.

Mercedes considera, además, que las más delgadas y las más jóvenes también tienen más posibilidades. Por ese motivo, se pasa gran parte del día únicamente con una sudadera y esconde el abrigo en la mochila, a pesar del frío ya casi invernal. “Si te ven gorda con el plumas, no te llevan”, sentencia.

Más de 130,000 solicitantes de asilo en Nueva York

El boca a boca en los albergues para migrantes ha hecho que la popularidad de este lugar se haya disparado. Desde hace meses Nueva York afronta una situación insólita. La ciudad está desbordada por la llegada cada semana de miles de personas extranjeras indocumentadas a la ciudad. La Oficina de Asuntos de Inmigrantes de la Alcaldía (MOIA) dice que más de 133,400 solicitantes de asilo han pasado por su sistema de isión desde la primavera de 2022.

Alrededor de la mitad, 60,000, de acuerdo a los datos facilitados por esta dependencia, se encuentran bajo cuidado de la alcaldía. Ante esta demanda de asistencia social, el alcalde Eric Adams ha asegurado que este nuevo escenario “destruirá Nueva York” porque “el gasto que significa recibirlos y darles albergue impactará de forma significativa en otros programas” públicos.

Cabe señalar que hay dos tipos de asilo, afirmativo, que se gestiona ante la Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración (USCIS) y el defensivo, proceso que se lleva a cabo ante un juez de inmigración y al que son referidos todos los casos solicitados en la frontera con México tras pasar una primera entrevista de miedo creíble.

A mediados de noviembre, el edil anunció recortes en algunos servicios para gestionar el presupuesto y hacer frente a la asistencia de los migrantes. Se prevé que esta medida afecte a la contratación de policías o al horario de apertura de las bibliotecas, tal y como recoge The New York Times.

El perfil de las mujeres que se acercan a este punto coincide con las estadísticas nacionales publicadas en los últimos años por organismos como el Center for Migration Studies (CMS) y Gender Equity Policy Institute (GEPI). Según los investigadores de este último think tank, "el trabajo más común para una mujer indocumentada es como empleada doméstica o limpiadora de casas".

Este análisis concluye que, en Nueva York, el 20% de las inmigrantes indocumentadas se dedica al trabajo doméstico; el 15.3%, a asistencia de "salud en el hogar"; el 9% son conserjes y limpiadoras de edificios y el 8%, cajeras. En este informe no se incluye el impacto de la crisis migratoria en el estado porque está elaborado con cifras de 2021, pero es uno de los más recientes en los que se ha abordado la empleabilidad de este colectivo. Fue publicado en junio de 2023.


Mientras no tienen a un trabajo más estable, Victoria y Mercedes acuden a este punto de encuentro, que se conoce popularmente como "la parada". Vienen a este enclave aunque haga frío o llueva. En él hay un sentimiento de comunidad, en el que unas miran por otras para intentar que no les estafen o cuidan de su integridad cuando varias son contratadas para hacer una limpieza conjunta.

En la zona residencial de Brooklyn en la que se encuentra esta parada, rodeada de edificios con pared de ladrillo y frecuentada por judíos ultraortodoxos, no hay un lugar en el que se puedan resguardar si el tiempo se complica. “Cuando llueve traemos sombrillas y plásticos”, explica Victoria.

Denuncian situaciones de acoso sexual

Mientras los hombres tienen alternativas como el delivery, la jardinería o la construcción, las opciones de las mujeres son más “invisibles”, como explica a Univision Noticias Gabrielle Oliveira, profesora asociada de Educación y Estudios sobre Brasil en la Universidad de Harvard. En ese sentido, la docente universitaria destaca que, mientras los hombres trabajan en lugares públicos y son vistos por viandantes que pasan por una obra o por un espacio verde, las mujeres suelen estar más ‘escondidas’, en cocinas o en casas, limpiando y cuidando a niños o mayores.

Los puestos más masculinizados suelen estar vinculados a "proyectos más largos", una peculiaridad que permite a sus trabajadores tener más estabilidad, añade Oliveira. Sin embargo, las mujeres están más expuestas a perder rápidamente su fuente de ingresos. La entrevistada pone un ejemplo, que también relatan mujeres de "la parada". "Si están trabajando en casa de alguien y la persona al día siguiente le dice que no vuelva", de repente se quedan sin un dinero con el que ya contaban.

Por su parte, Ariel Ruiz Soto, analista político senior del Migration Policy Institute, reseña en declaraciones a Univision Noticias que las mujeres inmigrantes indocumentadas suelen encontrar “ocupaciones más vulnerables” y donde se “generan más violaciones de derechos laborales”. En particular, la población femenina hispana que no tiene autorización para trabajar ayuda "a cubrir puestos de trabajo en los que hay escasez de mano de obra”, tal y como apuntaron los investigadores Evin Millet y Jacquelyn Pavilon en un informe publicado por el CMS, donde se realiza un perfil demográfico de los inmigrantes hispanos indocumentados.

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Este grupo poblacional hace frente de manera frecuente a situaciones de desamparo y falta de protección, Victoria cuenta que tras ser escogida junto a otras compañeras para realizar una limpieza en un lugar de construcción —y cuando ya no estaba en la calle, sino en una oficina— un hombre le propuso pagarle por mantener una relación. No ha sido un hecho anecdótico. En otra ocasión, en medio de la vía pública otro señor le propuso darle 100 dólares la hora a cambio de “un masaje”. Tras estos episodios, Victoria se asustó y estuvo varias semanas sin volver a "la parada".

"Mientras he estado acá no he trabajado mucho"

“Muchas veces es la primera vez que [estas mujeres] buscan empleo [en Estados Unidos] y se encuentran con este tipo de situaciones”, lamenta Ligia Guallpa, directora ejecutiva de la organización Worker's Justice Project (WJP).

Según ha contemplado, las migrantes que se acercan a sitios como "la parada" quieren “encontrar un trabajo digno”. En algunos casos, llegan a este punto después de haber explotado sin éxito el resto de recursos, como las agencias de empleo, el boca a boca de su entorno o empresas que tienen vacantes, detalla Guallpa.

En muchas ocasiones, las asiduas a este enclave acuden impulsadas más por la esperanza que por unas expectativas realistas. “Mientras he estado acá no he trabajado mucho”, reconoce Victoria. A lo largo de esta última semana, únicamente ha trabajado dos días. En total, 120 dólares por ocho horas.


Se agobia al pensarlo. Su “sueño americano”, como ella lo describe, se limita únicamente a encontrar trabajo. “Tengo tres hijos estudiando en mi país. ¿Cómo puedo mantenerlos? Soy mamá y papá para ellos”, apunta. Y añade: “Vengo todos los días con la esperanza de que venga una judía y me dé unas horas. Al final, no me dan ninguna”.

“Es cuestión de suerte”, explica Raquel*, uno de los nuevos fichajes de "la parada". En tres días ha conseguido trabajar ocho horas. Está contenta por cómo se le ha dado la semana. Esta mujer ecuatoriana lleva poco menos de un mes en la ciudad. A pesar de que parte de su familia vive en Nueva York, sigue meditando si su decisión de migrar a Estados Unidos fue la correcta. En Quito se han quedado su esposo y sus hijos.

Aún así, y a pesar de todos los obstáculo, el informe de GEPI aporta una conclusión positiva para este colectivo. "Las mujeres indocumentadas que viven en Nueva York tienen los ingresos más altos" del país, en comparación con las que se encuentran en su misma situación migratoria en otros estados, recoge esta investigación. Hay que tener en cuenta que estos datos son previos a la llegada de cientos de personas extranjeras a la región.

En el momento en el que se recabaron los datos, en 2021, la población femenina sin permiso de trabajo en el Nueva York ascendía a 275,000 personas. El "sueldo promedio" anual de este colectivo asciende a 49,000 dólares, 20,000 dólares más que el mismo perfil sociodemográfico en Florida. En relación a estas cifras, los investigadores realizan una aclaración y advierten que Nueva York tiene un alto costo de vida en comparación con otros estados.

Por ahora, aspirar a las cifras salariales descritas en el informe de GEPI es un reto para Victoria, que sigue viviendo en uno de los albergues de inmigrantes gestionado por la alcaldía de la ciudad. Todas estas mujeres se distribuyen en pequeños grupos que se diseminan y se esparcen a lo largo de las dos aceras de una intersección de carreteras en Brooklyn. Algunas llegan a primera hora del día y se van cuando cae el sol sin haber logrado trabajar. Si esta situación se repite varias jornadas seguidas, los sentimientos de desesperanza y frustración comienzan aflorar.


Sentadas en cajas de plástico, apoyadas en las barandas o pasando el día de pie, son casi invisibles para los viandantes que caminan diariamente por esa calle. Matan gran parte del tiempo conversando entre ellas. Sin embargo, algunas optan por una actitud más proactiva y ofrecen sus servicios a los vecinos del barrio. “Clean the house? Clean the house?”, espeta Mercedes en cualquier momento en el que pasa a su lado un residente de la zona. Esta mujer ecuatoriana todavía no se desenvuelve en inglés, pero acude a clase y ha aprendido frases básicas.

Conseguir trabajo ya es una odisea, pero a veces volver a casa es otra. Cuando les contratan, en muchas ocasiones les llevan en furgoneta para limpiar en cualquier otra parte de Nueva York. Y una vez que terminan, las recién llegadas se tienen que buscar la vida para ubicarse y volver a su alojamiento en una ciudad que todavía no conocen.

Sobre todo cuando ya se ha hecho de noche, Mercedes cuenta que da las gracias a la voz del GPS cuando le confirma que ha llegado a su destino. Tras trabajar de 6:00 a 11:00 de la noche, por 15 dólares la hora, Victoria recuerda lo que sufrió una noche hasta llegar a su albergue. Empapada por la lluvia y dos horas y media después se pudo meter en la cama. Se quedó sin cenar porque no le ofrecieron comida en la casa que limpió, tampoco pudo tomar nada en su albergue porque la cocina llevaba ya varias horas cerrada. Por todas esas horas de desplazamiento, Victoria no recibió ni un dólar más.

*Los nombres cambiados a petición de las entrevistadas para proteger su identidad.

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