“Trump dijo que solo iba a echar a los delincuentes y no a la gente buena”, dice inmigrante con TPS
El anuncio de la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS) de Nicaragua y una prórroga de seis meses para Honduras mientras el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) decide si lo elimina o no, confirmó los temores de miles de inmigrantes que llevan casi 20 años viviendo en Estados Unidos con sus deportaciones en suspenso. Y con la ilusión de recibir algún día una residencia legal permanente.
“La esperanza es lo último que vamos a perder y seguimos creyendo que con la buena fe de Donald Trump es posible que nos quiera dar la residencia legal permanente al ver el esfuerzo de nuestra comunidad”, dice Orlando López, un inmigrante de origen hondureño que el 28 de octubre de 1998 se convirtió en una de las víctimas del paso del huracán Mitch por Centroamérica.
“Mi familia lo perdió todo”, agrega. “Casa, trabajo, escuela… Nos quedamos en la calle y había que resolver. Yo me vine a Estados Unidos a trabajar y reunir dinero para reconstruir nuestras vidas. Así lo hice y ya llevo casi 20 años”.
López dejó atrás una esposa y cuatro hijos. “Ellos siguen en Honduras porque no los he podido traer. Siempre tuve la esperanza de que nos iban a arreglar los papeles, pero solo nos han hecho promesas y más promesas. Ahora, mire, después del anuncio del lunes, tenemos miedo de que nos fijen un plazo como a los nicaragüenses y tengamos que irnos. No es justo, no es justo”, repite.
Las promesas de Trump
La semana anterior al anuncio de la cancelación del TPS de Nicaragua, el secretario de Estado, Rex Tillerson, envió una nota al DHS indicando que las condiciones que motivaron el amparo para ambos países ya no eran “justificables”, por lo que indicó que dicha protección temporal ya no era “necesaria” y recomendó retirarla.
López cuenta que la noticia de Tillerson “elevó la angustia” de la comunidad inmigrante. Tras una breve pausa, cita una promesa hecha por el presidente Trump durante su campaña. “Él dijo que iba a sacar a los delincuentes, a los que tienen antecedentes penales, que iba a construir un muro y que no iba a deportar a la gente buena. Y después de sacar a los malos haría una reforma migratoria. Nosotros confiamos en que nos iba a dar la residencia porque la tenemos bien ganada. Nosotros somos los buenos y tenemos la vida hecha aquí”.
Tras ser electo, Trump repitió en varias ocasiones la promesa citada por López. Pero el 25 de enero, tras la firma de dos órdenes ejecutivas, una sobre el muro y otra relacionada con las ciudades santuario, el mandatario decretó que la estadía de indocumentados constituía una amenaza para la seguridad nacional y pública.
“Si lo tuviera enfrente mío, le diría que fuera justo con nosotros, que tenemos necesidad de una residencia, porque hemos pagado impuestos, nos hemos portado bien, hemos cumplido con la ley y no tenemos ninguna culpa de estar aquí. Llegamos porque la naturaleza se ensañó con Honduras, y emigramos para sacar a nuestras familias de la pobreza, pero trabajando duro, no cometiendo crímenes”, agrega.
El paso del huracán Mitch “nos hizo perder nuestras propiedades, todo lo que habíamos ganado, nos dejó en la calle. Y desde que llegamos a este país lo primero que aprendimos fue a respetar la ley”, subraya.
Las promesas de Obama
López no solo menciona las promesas de Trump, sino también trae a colación las promesas hechas por el expresidente Barack Obama (2009-2017). “Cuando era candidato prometió una reforma migratoria en el primer año de su gobierno y no lo hizo. Le creímos, pensábamos que nos iba a dar la residencia, pero pasaron ocho años y nos quedamos igual que en el principio”.
A pesar que los demócratas no solo ganaron la Casa Blanca, sino también el control de las dos cámaras del Congreso, la lista de prioridades en 2009 y 2010 no fueron los indocumentados, sino las guerras en Afganistán e Irak, la crisis financiera y la reforma de salud. En la elección de medio tiempo de 2010 los demócratas perdieron el control de la Cámara de Representantes y la reforma migratoria, de promesa de campaña, pasó a convertirse en un blanco de ataque para los republicanos.
En el 2012 Obama hizo la misma promesa, de aprobar una reforma en el primer año, pero de su segundo mandato. Sin embargo, a pesar que el Senado cumplió la palabra (el 27 de junio del 2017 aprobó el proyecto S. 744), los republicanos de la Cámara detuvieron el debate.
“Confiamos ciegamente en la palabra de Obama y de los políticos de ambos partidos. Nos han engañado mucho y dejamos de hacer diligencias que hubiesen podido arreglar nuestros papeles. Creímos en ellos, los apoyamos y no nos cumplieron”, indica.
“Ahora de nuevo. Este presidente (Trump) dijo que solo echaría a los malos, ¿por qué entonces cancela el TPS de Nicaragua y el programa de los dreamers (DACA), y pone en la mira a la gente buena que no tiene antecedentes criminales?”, pregunta. “Mire, le voy a decir, para ser un dreamer o un TPS hay que ser bueno porque a uno le revisan los antecedentes. Nosotros somos los buenos”, reclama.
DACA fue cancelado el pasado 25 de septiembre y dejó sumidos en la angustia a unos 800,000 jóvenes indocumentados que entraron siendo niños a Estados Unidos (antes de cumplir los 16 años).
La espera
El futuro inmediato del TPS de Honduras se conocerá en las próximas semanas o quizás meses, pero antes del 5 de mayo. La ley indica que el DHS tiene plazo hasta 60 días antes del vencimiento de la última prórroga.
Mientras eso sucede, el gobierno dijo que los beneficiarios de las nuevas extensiones, hondureños y nicaragüenses, deberán reinscribiese y solicitar una nueva autorización de empleo (EAD).
La Oficina de Ciudadanía y Servicios de Inmigración (USCIS) deberá publicar un reglamento que norme el período de reinscripciones, el tipo de formularios a utilizar y el costo del proceso.
La comunidad inmigrante, por su parte, se prepara para asistir a los beneficiarios en los trámites, al tiempo que ultima detalles de una campaña para presionar al Congreso con el objetivo de que encuentre una solución legislativa para sacarlos del limbo en el que se encuentran.
El TPS de Honduras beneficia actualmente a unos 57,000 indocumentados de ese país centroamericano. Cuando fue otorgado por primera vez, el 5 de enero de 1999, benefició a 86,163, según datos de la USCIS.
La diferencia en las cifras obedece a que muchos han abandonado el programa, han regularizado sus permanencias por otras vías legales, han sido declarado inamisibles por cometer crímenes o han sido deportados del país.