¿Está bien que el senador por el que votaste cambie de partido?: el caso de Kyrsten Sinema
Hasta el jueves, Kyrsten Sinema era senadora demócrata por anuncio de su cambio de afiliación partidista.
Lo que en el caso de cualquier ciudadano es una simple decisión personal, a la que tiene derecho, para un político tiene implicaciones más delicadas, y aún más en el caso de Sinema, que pertenecía a la bancada demócrata que goza de una ajustada mayoría, que con su desalificación se debilita un poco más.
Sinema, de 46 años de edad, quien fue elegida en 2018 para reemplazar al republicano Jeff Flake en el Senado, hizo el anuncio en una serie de entrevistas y un artículo de opinión que publicó en el diario Arizona Central.
“Me uno al creciente número de arizonianos que rechazan la política partidista al declarar mi independencia del sistema partidista roto en Washington. Me registré como independiente de Arizona”, escribió Sinema, quien ha sido un factor díscolo dentro de la bancada demócrata que, junto con su colega Joe Manchin de Virginia Occidental, ha condicionado la agenda legislativa del presidente Joe Biden.
En Estados Unidos no existen las estructuras partidistas rígidas que existen en otros países. Una persona puede cambiar de partido con solo cambiar su registro para votar o con solo anunciarlo.
¿Qué tiene que hacer un senador para cambiar de partido?
Afortunadamente para los demócratas, Sinema no se unirá a la bancada republicana y, asegura ella, seguirá trabajando de la misma manera que ha venido haciendo desde que llegó a la Cámara Alta, lo que significa que votará generalmente alineada con los demócratas y que participará en comisiones para negociar el avance de legislación.
Sinema se ha negado a responder si cerrará filas con su antiguo partido, pero sí dijo que espera mantener su membresía en los distintos comités senatoriales en los que trabaja, lo que hace presumir que eso es lo que ocurrirá.
De ser ese el caso, la senadora pasaría a una situación similar a la de los senadores independientes Bernie Sanders de Vermont y Angus King de Maine, quienes son votos que refuerzan al bando demócrata en el Senado.
En esa condición, Sanders ha participado dos veces en las primarias presidenciales del Partido Demócrata, obteniendo un apoyo importante en ambas ocasiones entre la base de un partido al que no pertenece formalmente.
¿Es ético para un senador cambiar de partido?
Las implicaciones éticas de un cambio de afiliación partidista dependen de cuáles son los motivos y circunstancias que los llevan a cambiar de partido.
Cuando en 2009 el senador republicano por Pennsylvania Arlen Specter, un veterano de cinco términos en el Senado, cambió su afiliación al Partido Demócrata dándole a este una mayoría a prueba de filibuster, fue fustigado por su antiguo partido como un oportunista que temía ser derrotado en una primaria en ese partido.
El paso de Specter a las filas demócratas en el Senado fue fundamental para la aprobación de la Ley de Cuidados Médicos Asequibles, mejor conocida como Obamacare.
Specter fue derrotado en la elección primaria demócrata en Pennsylvania en 2010, y el escaño regresó a manos republicanas el las elecciones de mitad de término de ese año.
El caso de Sinema es distinto, ya que al abandonar el Partido Demócrata sin unirse a los republicanos, no altera el balance de poder que actualmente existe en la Cámara Alta.
Pero para los electores que eligieron al congresista, la decisión de cambiar de afiliación partidista puede ser vista como una traición a una condición fundamental por la cual la persona fue elegida para el cargo. El político de tal o cual partido refleja los valores de esa agrupación y por eso recibe el apoyo de los ciudadanos que militan en la causa.
La realidad es que, salvo que la persona tenga un cargo directivo en un partido, no está atada a su estructura. Su militancia es voluntaria. Cuando alguien como Sinema (o Sanders) compite dentro de las primaras del Partido Demócrata y logra la nominación (en el caso de Sinema) lo que obtiene es el respaldo de la maquinaria electoral partidista sin otro tipo de ataduras formales.
Podría decirse que existe un compromiso de la persona que llegó al cargo aspirado de devolver el apoyo con mantenerse fiel al partido que ayudó a elegirla, pero tenemos por un lado el derecho individual a afiliarse con quien desee y por otro, las imposiciones prácticas de la política.
¿Es el de Sinema un caso de oportunismo electoral?
En ese último punto, algunos ven un caso de oportunismo electoral en la decisión de Sinema, entre ellos el representante demócrata latino por Arizona Rubén Gallego.
En una declaración escrita distribuida a través de Twitter, Gallego caracterizó la decisión de Sinema como un acto de oportunismo. “Desafortunadamente, la Senadora Sinema una vez más está anteponiendo sus propios intereses a hacer las cosas por los arizonianos” dijo Gallego en su declaración.
Sinema estaba esperando un fuerte desafío dentro del Partido Demócrata en su aspiración a la reelección en 2024, el cual podría haber venido precisamente de parte de Gallego, quien ya había dado varias pistas deestar contemplando esa posibilidad.
“Simplemente no me preocupan las personas a las que no les guste este enfoque”, dijo Sinema en una entrevista con CNN en ocasión del cambio. “Lo que me preocupa es continuar haciendo lo correcto para mi estado. Y hay gente a la que ciertamente no le gusta mi enfoque, lo escuchamos mucho”.
Sinema ya ha comenzado a experimentar algunas consecuencias concretas de su decisión.
Según un reporte de Politico, la firma progresista de asesoría digital de campañas Authentic eliminó a Sinema de su lista de clientes como reacción al anuncio de su cambio de afiliación partidista.
El reporte indica que Authentic, que ha representado a Sinema durante años, vio una revuelta entre sus empleados por su trabajo para la senadora cuando esta votó en contra de varias de las iniciativas de Biden y no quiso apoyar la renovación de las reglas del filibuster para promover la legislación que protegería el derecho al voto.
Sin el respaldo de Authentic, la eventual campaña de reelección de 2024 podría ser más compleja para Sinema a la hora de recaudar fondos.