Por qué el racismo y la violencia policial que sufrió George Floyd son una amenaza a la salud pública
Desde antes de nacer, el racismo estructural impacta en la vida de los afroestadounidenses como Derek Chauvin.
Las negras tienen cuatro veces más posibilidades de morir por complicaciones durante o después del parto que las blancas. La cantidad de bebés negros que fallecen durante el primer año de vida duplica a la de los blancos.
Los negros tienen más altos índices de hipertensión, diabetes y otras enfermedades crónicas que otros grupos raciales. Su propensos a morir del covid-19.
El racismo estructural mata a gran escala en el país. La violencia policial de la que fue víctima Floyd en manos del exagente Derek Chauvin, que acaba de ser declarado culpable de homicidio de segundo grado, es apenas una de sus formas.
Se trata de un grave y urgente problema de salud pública, enfatizan los expertos desde entes como la Asociación Médica Estadounidense, la Academia Estadounidense de Pediatría y el Colegio de Médicos de EEUU.
"El racismo es una seria amenaza de salud pública que afecta directamente el bienestar de millones de estadounidenses", dijo en días recientes Rochelle Walensky, directora de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, quien se comprometió a tomar acciones para atacar el problema.
Un enemigo de muchas caras
Independientemente de la modalidad de racismo que evaluemos, este tiene un efecto negativo en la salud de la gente de color. Impacta su habilidad de acceder a la salud, de navegar el sistema de salud, de recibir tratamientos apropiados y de llevar vidas saludables fuera del sistema de salud”, dice a Univision Noticias Mieses Malchuk, médico de familia en Durham, North Carolina.
Maimuna Majumder, epidemiólogo de Harvard, lo explica de esta forma a Vox: “1 de cada 1,000 hombres y niños negros muere en manos de la policía en este país… Cualquier cosa que cause mortalidad a esa escala es un problema de salud pública”.
“El mismo avasallante racismo estructural que potencia la brutalidad policial contra los negros estadounidenses es también responsable por la mayor mortalidad de negros por el covid-19”, agrega.
“El racismo estructural ha sido una crisis de salud pública por mucho más tiempo que la pandemia”, comenta a The Atlantic Maimuna Majumder, epidemiólogo de Harvard.
En su criterio, los mismos factores que exponen a las comunidades minoritarias a un mayor riesgo durante la pandemia (marginalización, desventaja económica, racismo estructural) también las han expuesto a la violencia policial.
“El simple hecho de ser una persona de color en una América blanca se relaciona con peores pronósticos de salud. La pandemia del covid-19 refleja cómo el racismo es un problema de salud pública”, cuenta a Univision Noticias Lisa A. Cooper, directora del Centro por la Equidad en la Salud de la Universidad de Johns Hopkins. Cita como ejemplo el caso la ciudad de Nueva York, donde El Bronx -un vecindario de muchas minorías- tiene las más altas hospitalizaciones y muertes; mientras que Manhattan, área predominantemente blanca, tiene los menores aun cuando está mucho más densamente poblada.
“Este patrón se repite en todo el país donde los negros y otras minorías están enfermando y muriendo por el covid mucho más que los blancos”, subraya.
Un impacto palpable
En una carta, cientos de infectólogos y profesionales médicos califican la supremacía blanca como “un letal problema de salud pública”.
“El racismo es un impulsor de la inequidad de la salud”, afirmaron los directores de la Asociación Médica Estadounidense en un comunicado, poco después de la muerte de Floyd. “El trauma de la violencia en la vida de una persona está asociado con estrés crónico, altos índices de comorbilidades y menor expectativa de vida”, recalcaron.
Tres son los mecanismos principales que vinculan el racismo con las inequidades sociales y la salud: el racismo cultural, el institucional y el individual, explica Cooper, del Centro por la Equidad en la Salud de la Universidad de Johns Hopkins.
El primero introduce en el sistema de creencias, imágenes y patrones sociales la idea de la inferioridad de los negros y personas de color, lo que conduce a estereotipos y prejuicios negativos. “Estas creencias negativas socavan el apoyo a políticas que apoyen la equidad, infringen respuestas psicológicas entre las personas marginalizadas y facilitan comportamientos sesgados que restringen el a oportunidades”.
El racismo institucional incluye políticas y estructuras que permiten que el grupo dominante distribuya de forma diferente oportunidades deseables y recursos a grupos raciales considerados como inferiores. La segregación residencial, por ejemplo, tiene efectos negativos sobre la salud de esas personas al colocarlas en vecindarios que carecen de inversión social, lo que lleva a un peor a atención médica, comida saludable, buena educación, trabajos bien pagados y ambientes seguros.
Y, aclara Cooper, estos dos se entrelazan con el racismo individual -el estrés psicológico que sufre la persona al estar consciente de actitudes raciales en su contra-. “Investigadores han demostrado que una persona que es blanco de expresiones raciales en su ambiente social -sean sutiles o evidentes- son más propensas a experimentar un desarrollo más temprano de condiciones crónicas como obesidad, hipertensión, enfermedades coronarias, diabetes y asma”, dice.
Sin curas milagrosas
Es un ciclo difícil de romper. Con el tiempo, muchos negros, a la vez, han perdido confianza en el sistema de salud en el que, con demasiada frecuencia, sus peticiones o preguntas son desestimadas por los doctores. Hay investigaciones que revelan que algunos médicos tienen percepciones negativas en cuanto a la tolerancia al dolor y el comportamiento de los pacientes de color.
Los negros reciben menos prescripciones para el dolor que sus pares blancos y son menos remitidos a especialistas para procedimientos cardiovasculares, indica un artículo de NBC. “El sistema lleva a diferentes resultados y todos somos responsables de eso. La gente debe entender esto por lo que es: un bias sistémico que debemos arrancar de raíz”, dice a ese canal Ashish Jha, director del Instituto de Salud Global de Harvard.
No hay una cura milagrosa. El ‘remedio’ pasa por un abordaje integral y profundo del problema.
“Primero todos debemos reconocer el racismo en todas sus formas. Estamos y hemos estado en la posición de implementar cambios que atenúen los efectos del racismo sobre la salud. Esto requiere gente de todos los sectores e industrias y de todos los bagajes que trabajen juntas para cambiar políticas, instituciones y ambientes que permiten que el racismo florezca”, dice la doctora Mieses Malchuk.
“Un reto fundamental para mejorar la salud de los negros y otros grupos minoritarios es superar las manifestaciones culturales, institucionales e interpersonales de actitudes racistas que contribuyen, por no decir causan, enfermedad crónica, pobreza y desigualdad de oportunidades”, insiste Cooper.
En su criterio, para mitigar los efectos del racismo durante la pandemia, en el corto plazo hay medidas que se pueden tomar, pero “a largo plazo el país debe comprometerse a una respuesta integral”.
Junto a su colega David Williams, con quien publicó un paper sobre el tema, Moore sugiere tres estrategias integrales para atender el problema.
Primero brindar oportunidades a comunidades para minimizar los efectos adversos del racismo institucional (recursos de educación temprana, implementar medidas para reducir la pobreza infantil y asegurar condiciones saludables de vivienda y ambiente). Segundo, que el sistema de salud haga un nuevo énfasis en asegurar atención médica de calidad para todos, fortaleciendo la salud preventiva, atendiendo las necesidades sociales de los pacientes y diversificando el personal médico para reflejar la composición demográfica de la población de los pacientes. Por último, recomiendan “nuevas investigaciones para identificar estrategias que construyan y resuelvan las inequidades en la salud”.
El presidente por matar a George Floyd era un "paso gigantesco" hacia la justicia, y calificó al racismo sistémico como "una mancha en el alma" del país.
Junto a la vicepresidenta Kamala Harris apoya un proyecto de ley el Congreso que busca que las autoridades dejen de tratar con mayor dureza a las minorías del país y que busca honrar la memoria de Floyd.
Xavier Becerra, director del Departamento de Salud y Servicios Humanos, se comprometió a hacer "todo lo que pueda para atacar el racismo como una seria amenaza de salud pública que afecta nuestra salud mental y bienestar físico".
¿Cumplirá el gobierno todas estas promesas? Solo el tiempo lo dirá, pero lo que está claro es que atacar las causas estructurales de la violencia estructural y el racismo tomará tiempo.