Un medicamento para la acidez estomacal podría ser una respuesta al coronavirus
En semanas pasadas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) apuntó a EE.UU. como el nuevo epicentro de la pandemia por coronavirus (COVID-19) en todo el mundo.
Con más de 993 mil casos confirmados y 55,729 muertes derivadas del primer brote en todo el país, la crisis sanitaria es evidente. El tiempo apremia, pero la vacuna no llegará antes de 12 o 18 meses. Entonces, ¿cuál es el mejor tratamiento mientras tanto?
En Nueva York (ciudad más afectada con más de 282 mil casos confirmados y 16,599 muertes) los investigadores de Northwell Health —proveedor de atención médica más grande del estado— optaron por aplicar un tratamiento nuevo por vía intravenosa a pacientes críticos con COVID-19.
Desde el 7 de abril, los especialistas apuestan por mitigar los daños del COVID-19 con famotidina, un fármaco de uso común para tratar las úlceras estomacáles o intestinales provocados por diversos trastornos digestivos.
En general, el medicamento sin prescripción (oral o inyectable) es de uso común para aliviar la indigestión ácida y el estómago agrio, casi siempre provocado por comer o beber alimentos irritantes.
Cabe mencionar que la dosis que han recibido los pacientes con COVID-19 (muchos de ellos ya con ventiladores impuestos) es aproximadamente nueve veces mayor que la dosis habitual para el tratamiento de la acidez estomacal.
Los investigadores de Northwell Health aseguran que hasta ahora 187 pacientes se inscribieron para el ensayo, y que el equipo espera contar con 1,200 personas en total. La investigación ya fue avalada por la istración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus silgas en inglés).
¿En qué consiste el tratamiento con famotidina para pacientes con coronavirus?
El doctor Kevin Tracey —quien dirige la investigación de Northwell— explicó a la revista especializada Science que la investigación de modelos informáticos indicó hasta ahora que la famotidina puede unirse a una enzima clave del nuevo coronavirus (también llamado SARS-CoV-2).
Ello aumenta la posibilidad de que pueda detener su propagación por todo el cuerpo. Tracey decidió llevar a cabo la investigación luego de ser ado por un colega que notó el hallazgo primero: el experto en enfermedades infecciosas Michael Callahan del Hospital General de Massachusetts en Boston.
Callahan fue el primer investigador en destacar el medicamento como un posible tratamiento con COVID-19 en los Estados Unidos.
La premisa de Callahan se derivó porque él mismo se encontraba en Wuhan, China durante el brote de la ciudad y había estado examinando los registros médicos de los pacientes con COVID-19.
Allí notó algo inusual: si bien la enfermedad estaba matando a uno de cada cinco pacientes mayores de 80 años, una parte significativa de los sobrevivientes eran de escasos recursos y sufrían de acidez estomacal crónica. En ese grupo, los pacientes estaban tomando famotidina, una alternativa barata al omeprazol.
Los registros de pacientes hospitalizados con COVID-19 que examinó, parecían mostrar que aquellos que tomaban famotidina morían a una tasa de alrededor del 14 por ciento, mientras que aquellos que no tomaban el medicamento morían a una tasa de aproximadamente el 27 por ciento.
Se calcula que los resultados certeros del ensayo con famotidina se determinarán con seguridad en unas semanas. Por ahora, a un grupo en el estudio se le istra famotidina e hidroxicloroquina, mientras que otros sólo reciben hidroxicloroquina.
A todos los pacientes se les procurará un tratamiento íntegro, pero aquel grupo que reciba la famotidina se someterá a una prueba concreta para ver cómo se adhiere el medicamento a las encimas del nuevo coronavirus (y si bien no lo cura, si ayuda a disminuir el daño a los órganos internos).
Cabe mencionar que las altas dosis de famotidina pueden causar complicaciones en personas con disminución de la función renal, así que los pacientes con COVID-19 que poseen historial de problemas renales están excluidos de participar en el estudio.
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