3 cosas que ver en la sesión del Congreso que certificará el triunfo de Trump
Por décadas, la sesión conjunta de ambas cámaras del Congreso que se hace el 6 de enero del año siguiente a una elección presidencial para leer los resultados del Colegio Electoral había sido un rutinario evento parlamentario, y aunque nadie espera que suceda nada este año, muchos están pendientes de una fecha que antes quizá ni sabían que existía.
Eso, por el recuerdo de lo que sucedió en 2021 mientras se celebraba la ceremonia, cuando una turba de simpatizantes de Donald Trump asaltó el edificio del Capitolio azuzada por el entonces presidente, quien desde su derrota venía cultivando la falsedad de que había sido víctima de un fraude masivo.
Por ley, el Congreso debe reunirse el 6 de enero para abrir los certificados sellados con los votos electorales de cada estado. Representantes bipartidistas de ambas cámaras los leen en voz alta, hacen un recuento oficial, y el vicepresidente, como presidente del Senado a la cabeza de la sesión, declara al ganador.
En 2021, esa ceremonia terminó a las 3:42 am del día siguiente por culpa de la violencia que durante varias horas mantuvo detenido el proceso.
Esta vez, aunque nadie presagia una repetición de lo sucedido cuatro años atrás, la seguridad estará reforzada.
“El 6 de enero, los ojos del mundo estarán puestos en el Capitolio de Estados Unidos. Los funcionarios electos de todo el país se han enfrentado a un entorno de mayor amenaza en los últimos años, por lo que no podemos correr ningún riesgo cuando se trata de proteger a los del Congreso”, dijo el jefe de la Policía del Capitolio de Estados Unidos, J. Thomas Manger.
Más allá del despliegue policial que se produce para un procedimiento meramente protocolar, hay varias cosas que observar de la jornada, que es el último punto en el que una elección presidencial puede ser objetada.
1. Kamala Harris presidirá la sesión bicameral que certificará su derrota
En su carácter de presidenta del Senado, a la vicepresidenta y excandidata presidencial demócrata, Kamala Harris, le tocará la incómoda tarea de encabezar la sesión de ambas cámaras del Congreso en la que se reciben y cuentan los votos del Colegio Electoral.
Harris experimentará lo que vivieron ya Al Gore, en 2001, y Hubert Humphrey, en 1969, ambos vicepresidentes demócratas y candidatos perdedores que tuvieron que cumplir con el protocolo de validar los votos electorales que les dieron por derrotados.
Fue también parecido a lo que le pasó al vicepresidente de Trump, Mike Pence, con la agravante de que su jefe, el entonces presidente, esperaba que hiciera algo en el proceso para evitar que se certificara el triunfo de Joe Biden, algo a lo que Pence se negó por considerar que ni había razones ni él tenía la potestad legal para hacerlo.
Esta vez y a raíz de ese episodio, Harris cumplirá el trabajo con las modificaciones que se le hicieron a la ley de 1887 que regula cómo funciona la sesión y otros aspectos del Colegio Electoral.
La Ley de Reforma del Recuento Electoral dificulta la presentación de objeciones a la votación del Congreso y deja claro que el papel del vicepresidente es meramente ceremonial y que debe aceptar los resultados de todos los estados como han sido enviados al Congreso.
2. Sin disturbios fuera (ni dentro) del Capitolio
En enero de 2021, un sector del Partido Republicano insistía en alegar que se había producido un fraude masivo en contra de Trump. Algunos más extremistas estuvieron en el mitin que ofreció Trump a las afueras de la Casa Blanca en el que les pidió ir hasta el Capitolio y “luchar como condenados” en contra del inexistente fraude.
Esta vez, los ganadores, pese a que en las semanas previas de la elección de noviembre estuvieron sembrando dudas sobre el proceso y hasta advirtieron que no reconocerían un resultado distinto al triunfo de Trump, no tienen razones para objetar la elección.
Del lado demócrata, aunque hay muchos liberales frustrados con la derrota, nadie ha convocado manifestaciones de protesta en la capital para expresar su rechazo a Trump, pese a que muchos de ellos compraron el discurso de la campaña demócrata de que el futuro presidente es una amenaza para la democracia estadounidense.
“No habrá violencia. No habrá ningún intento de organizar una insurrección contra la Constitución. Será mucho más parecido a lo que hemos visto en el resto de la historia estadounidense”, dijo el representante demócrata por Maryland Jamie Raskin.
3. No se espera que algún demócrata objete el triunfo de Trump
Dentro del recinto del Capitolio tampoco se espera que haya sobresaltos y ningún demócrata intente objetar la elección de Trump. La modificación de la ley que controla el funcionamiento del Colegio Electoral hace más difícil ese mecanismo, que se ha usado en ceremonias pasadas, pero sin oportunidad de que se concretara un bloqueo del elegido.
Antes, solo hacía falta que un representante objetara el resultado de un estado y que en eso lo secundara un senador para que la sesión se suspendiera y ambas cámaras pasaran a analizar la solicitud. Ahora es necesario que una quinta parte de la Cámara Baja firme una objeción para que se considere.
En 2021, tanto la Cámara como el Senado rechazaron las impugnaciones a los votos electorales en Arizona y Pensilvania. Eso después de que pudieron retomar el trabajo interrumpido por varias horas por el asalto de la turba de simpatizantes de Trump.
En 2005, la representante Stephanie Tubbs Jones, de Ohio, y la senadora Barbara Boxer, de California, ambas demócratas, objetaron los votos electorales de Ohio. Ambas cámaras rechazaron la objeción. Fue solo la segunda vez que se produjo una votación de este tipo.
“En nuestro bando no hay negacionistas electorales. Hay que amar a Estados Unidos, tanto cuando se gana como cuando se pierde”, dijo el líder de la bancada demócrata en la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, el viernes en la sesión de elección del presidente del organismo.