La carta que leyó 'El Chapo' sobre su prisión y sin mostrar arrepentimiento: "Es lo más inhumano que he pasado en mi vida"
BROOKLYN, Nueva York.– A las 9:22 am, el narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán entró por última vez a la sala 8D de la corte federal de Brooklyn. Traía un traje gris y un bigote incipiente, un dejo de su imagen característica de su época como jefe del cartel de Sinaloa. “Buenos días”, saludó al juez poco después de llevarse la mano al corazón para expresarle su amor a su esposa Emma Coronel, sentada entre la audiencia. El tribunal enmudeció ante esa escena.
Cuando parecía que ya estaba escrito el guion de esta audiencia en la cual lo condenaron a pasar el resto de su vida en prisión, el juez Brian Cogan soltó una sorpresa: ‘El Chapo’ estaba dispuesto a hablar a su favor. Antes de que los presentes salieran del asombro, Guzmán tomó una hoja de papel y empezó a leer con dificultad, deteniéndose por momentos, lo cual evidenció su baja escolaridad.
“Le voy a agradecer, señor juez, que me permita dar unas palabras”, leyó el capo con su tono ranchero. “Primero que nada quiero darle las gracias a mi familia, mi esposa, mis niñas por ese apoyo incondicional durante este largo proceso”, continuó sin retirar la mirada de su escrito.
También incluyó en esa lista de agradecimientos a su mamá María Consuelo Guzmán, sus hermanos, "a mis hijos que tanto quiero” y a todas las personas que se preocuparon por él. “Sus oraciones me han dado fortaleza para soportar esta tortura que estoy pasando desde hace 30 meses”, aseguró. La lectura iba haciendo pausas para permitir la traducción al inglés.
El hombre que durante su juicio fue acusado de torturar, secuestrar y asesinar a decenas de personas ahora estaba pidiendo clemencia al magistrado que tenía su destino en sus manos. Pero jamás pronunció una sola palabra de remordimiento por los crímenes que cometió, ni por los cargamentos de droga que traficó a Estados Unidos, ni por el derramamiento de sangre que causó en su natal México.
En cambio, Guzmán, de 62 años, aprovechó la oportunidad para pedir que el Buró Federal de Prisiones (BOP) suavice sus condiciones de encarcelamiento, criticando que le han negado tomar el sol y que ha tenido que improvisar con papel de baño para mitigar un dolor de oídos debido al ruido en su celda.
“Me he visto forzado a beber agua no higiénica todos los días, se me ha negado a la luz solar, aire fresco del exterior (…) Me duele mi garganta, mi nariz; sufro de dolores de cabeza”, continuó. “Para poder dormir tengo que tapar mis oídos con papel higiénico”, detalló.
Estas quejas ya las había presentado Guzmán al BOP y al juez Cogan desde que llegó a una prisión federal en Manhattan, luego de su extradición en enero de 2017. Sus abogados alegan que su cliente ya tiene problemas de concentración y secuelas emocionales por ese trato “inhumano”.
Le han negado siquiera que le dé un abrazo a su esposa Emma y no le permiten que ella lo visite. Un testigo clave declaró en el juicio que Coronel se volvió una intermediaria entre ‘El Chapo’ y su cartel en el plan para cavar el túnel por el cual huyó en julio de 2015.
“A mi esposa hasta el día de hoy no se le ha dado el permiso que me visite, no se me ha permitido darle un abrazo (…) Ha sido una tortura las 24 horas, psicológica, mental, emocional”, reclamó. “Es lo más inhumano que he pasado en mi vida”.
Consideró que es “una falta de respeto a mi dignidad humana” y mencionó que solo la compasión de los guardias que lo cuidan en la dura prisión de Manhattan le ayuda a minorar ese maltrato.
“Aquí no hubo justicia”
La voz nasal del exjefe del cartel de Sinaloa no se oía en este juzgado desde aquellas grabaciones interceptadas por el gobierno en las que discutió sobre envíos de droga desde Colombia, conversó con sus lugartenientes en México y hasta habló con sus amantes a través de celulares Blackberry.
Anticipando que el juez le impondría el castigo más severo posible (se descartó una condena de muerte por los términos en los acuerdos de extradición firmados entre México y EEUU), el capo aprovechó para reclamar que a su parecer la justicia estadounidense le falló por no repetir un juicio, citando un reporte periodístico que reveló que algunos del jurado habrían leído artículos.
“Esperaba un juicio justo, donde la justicia fuera ciega y donde mi fama no fuera determinante en la impartición de justicia”, dijo el mafioso, agregando que sintió que jamás lo consideraron una persona inocente. “Entonces ¿por qué fuimos a juicio? ¿Por qué entonces no sentenciarme el primer día?”, dijo.
“Ya que el gobierno de Estados Unidos me va a mandar a una prisión donde mi nombre no va a ser escuchado de nuevo, aprovecho la oportunidad para decir: aquí no hubo justicia”, denunció.
Al concluir la misiva, Guzmán criticó al gobierno que lo enjuició: “Dejo claro que Estados Unidos no es mejor a otro país corrupto a los que ustedes no respetan”.
La Fiscalía no pasó por alto el hecho de que el capo “no se lamentó por sus crímenes” en la audiencia condenatoria, ni le pidió perdón a sus víctimas. Por eso, le pidió al juez que no le permitiera salir nunca de la cárcel y “proteger al público”.
Decenas de funcionarios federales acudieron a la corte para escuchar la sentencia contra Guzmán, entre ellos Víctor J. Vázquez, el agente de la istración para el Control de Drogas (DEA) que dirigió el operativo militar que lo capturó en un condominio de Mazatlán en 2014.
En su intervención, Jeffrey Lichtman, abogado de Guzmán, aseguró que su cliente fue víctima de un jurado “malévolo” que buscó indebidamente información del caso antes de dar su veredicto, así como de unos fiscales “que hicieron lo posible para evitar que la verdad saliera a la luz”.
Sobre la orden del juez de que le confisquen casi 12,700 millones de dólares, Lichtman lo tachó de "una ficción" y "parte de un juicio show".
De manera simbólica, el magistrado el impuso un castigo de 30 años de prisión por uso de armas de fuego y otro de 20 años tras las rejas por el cargo de lavado de dinero. Ambos serán cumplidos de manera consecutiva, es decir, se cumplen con la condena a cadena perpetua.
Mientras la defensa planea someter un proceso de apelación en el plazo de 14 días que le otorga la ley, el juez Cogan dijo que dependerá del Departamento de Prisiones y de los US Marshals considerar si ‘El Chapo’ es enviado a la prisión de máxima seguridad en Colorado, que alberga a lo peor de lo peor del sistema carcelario estadounidense, o a otro penal del cual no pueda fugarse. Tienen 60 días para tomar una decisión.
La última vista judicial del caso de Guzmán fue una de las más concurridas del juicio. Más de 60 personas trataron de ingresar a la sala 8D para verlo por última vez, pero los más afortunados debieron hacer fila desde las 6:00 pm del día anterior y dormir frente al tribunal.
Bajo un estricto operativo de seguridad, que incluyó varias patrullas policiacas y hasta un helicóptero, ‘El Chapo’ fue trasladado a la corte neoyorquina alrededor de las 11:30 pm del martes. La tarde del miércoles, las tanquetas y las patrullas comenzaron a abandonar los alrededores del tribunal en Brooklyn. "Ya terminó nuestra misión", dijo un agente federal.
El testimonio de la "secretaria" Andrea
En la conclusión de este caso, la Fiscalía llevó a la sobreviviente de uno de los asesinatos ordenados por Guzmán, Andrea Fernández Vélez, para hundir aún más al exjefe del cartel de Sinaloa.
Con lágrimas, Vélez, quien era la "secretaria" del capo colombiano Alex Cifuentes y después se convirtió en informante de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), contó que llegó a ver a ‘El Chapo’ como si fuera su padre, hasta que esa imagen se le cayó al enterarse que éste ordenó que la mataran.
“Soy un milagro de Dios, porque el señor Guzmán trató de matarme (…) Ofreció un millón de dólares a los Hells Angels (la pandilla de motociclistas) para acabar con mi vida, esto me causó un trauma psicológico y escapé con la ayuda del FBI”, afirmó.
En su testimonio en el juicio, Cifuentes relató que ‘El Chapo’ le ordenó que asesinara a Fernández Vélez después de que ella no logró convencer a un general del Ejército mexicano de que aceptara un soborno de 10 millones de dólares a cambio de “dejarlo a él en paz”. El colombiano no pudo matarla porque lo arrestaron en un rancho de Sinaloa y después lo extraditaron a EEUU. Aquí terminó testificando contra el hombre con quien compartió unos años en la sierra.
“Aún tengo pesadillas de cómo el señor Guzmán me usó de carnada para secuestrar a un exmilitar en Ecuador poniendo en riesgo mi vida”, relató Fernández Vélez leyendo una declaración preparada. Ella, según Cifuentes, también estuvo involucrado en un supuesto soborno de 100 millones de dólares que planeaban al entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto.
Según esta mujer, padeció el Síndrome de Estocolmo porque tenía “distorsionada la imagen de mis captores”. Contó que llegó a considerar a ‘El Chapo’ y su cartel como parte de su familia, hasta que un día le advirtieron que solo podía salir de esa organización criminal “en una bolsa de plástico o con los pies por delante”. Es decir, muerta.
Ahora, lamentó, vive bajo otro nombre para que los sicarios del cartel no la asesinen. “Perdí mi familia, mis amigos; me convertí en una sombra sin nombre”, detalló.
Esta mujer nacida en Colombia señaló que quería que su historia quedara de ejemplo para los jóvenes que están interesados en ingresar en el narcotráfico, una actividad ilícita que ella considera “un infierno” en el cual muchos han perdido la vida.
“Tuve todo y lo perdí todo, hasta mi identidad”, dijo mientras el capo evadía su mirada.
Casi al finalizar la lectura de su carta, quien se encargaba de conseguirle modelos y actrices a Guzmán para saciar su apetito sexual en la sierra, le dirigió este mensaje con la voz entrecortada: “Señor, como pido perdón, yo le perdono y espero que usted pueda perdonarme”.